Sicarios ejecutan masacres

Sicarios ejecutan masacres

Bien temprano el miércoles pasado, recibí una llamada de mi hermana Mery en la cual me informaba que en el canal 11 había escuchado que el doctor Jordi Veras Rodríguez, el hijo de mi compadre Negro y su fallecida esposa Carmen, había sido objeto de un atentado en la entrada del canal en el cual realizaba su programa Mañana Boreal. En principio reaccioné con incredulidad al preguntarme cómo a un joven que goza del aprecio de la sociedad de Santiago y sin enemigos conocidos, se tratara de tronchar su vida al disparársele dos veces en el rostro con balas de alto calibre.  Creo que no sólo se operó un milagro en su caso al salvar su vida, sino que su madre Carmen, desde lo ignoto lo protegió y con el amor filial que le profesaba a su primogénito, quiso para nuestra felicidad que permaneciera entre nosotros.

Desde unos años para acá se han desatado una serie de atentados mortales contra personas determinadas, hecha por verdaderos profesionales conocidos por el nombre de sicarios.  “Sicario” según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) significa: “Asesino asalariado”.  De ahí debemos intuir que todos estos asesinatos y atentados son pagados por personas de baja ralea, las cuales quieren, o borrar trazas de alguna acción que cometieron, o infligir un castigo o escarmiento a alguien, que a su juicio o parecer, cometió una indiscreción, señalamiento o denuncia ante las autoridades competentes con miras a su encarcelamiento.

En verdad nos estamos “colombianizando o mejicanizándonos”, en donde en la prensa aparece casi a diario un ajuste de cuentas entre pandillas o carteles que se dedican al tráfico de  sustancias prohibidas, por controlar los denominados “puntos de droga” y que al parecer están delimitados por el poder del grupo que los dirige.

Hay sicarios que verdaderamente tienen un prontuario de asesinatos por encargo; recordamos el caso de Evertz que afirmó enviar al otro mundo a más de treinta personas.

 La Policía Nacional tiene conocimiento de algunos que han matado, caso Vantroi, a muchas personas, algunos hasta por la ínfima suma de dos mil pesos.  Parece increíble que la vida de un dominicano valga tan poco, pero, sea por el nuevo Código Procesal, por el gran número que todos los meses deporta el gobierno de los Estados Unidos de América o por el grado de corrupción imperante en nuestras instituciones públicas, que han constituido un maridaje narco/fuerza pública, estamos destinados, si no nos sacudimos y obramos con energía, a que cada dominicano necesite un espaldero para poder movilizarse en un país que antes era pacífico y que hoy tiene una alta dosis de peligrosidad.

Nuestra esperanza es que se cree un cuerpo técnico especializado, que no dependa, ni de las Fuerzas Armadas ni tampoco de la Policía Nacional, compuesto por personas entrenadas en el combate del flagelo constituido por el narcotráfico, la corrupción y “denme lo mío”.

Sólo así nuestro país podrá lograr, que situaciones como las que confronta el Dr. Veras puedan ser erradicadas.

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