José Antonio Núñez Fernández
Frente a Italia y separada por el estrecho de Mesina se haya la hermosa isla de Sicilia, donde nació el 28 de junio de 1868 el genial escritor Luigi Pirandello. Sicilia es la mayor isla del Mediterráneo con unos veinticinco mil setecientos kilómetros cuadrados y con casi cinco millones de habitantes. El Norte de la isla es muy montañoso, pues se trata de la continuación de los Apeninos.
Se puede afirmar que el noventa por ciento del insular territorio está dedicado al cultivo de trigo y de frutas, principalmente las uvas óptimas para la producción de los mejores vinos de Italia.
Por la tierra donde a veces erupciona el terrible volcán Etna, como trampas avérnicas pasaron los cartagineses, los siracusanos, los bizantinos y los árabes. También a esa hermosa isla arribaron los españoles y Fernando de Aragón se permitió fusionar dos coronas, la de Sicilia y la de Nápoles y estableció el nombrado Reino de las dos Sicilias.
El largo y constante luchar por sacudir las coyundas extranjeras, convirtió a los sicilianos en hombres indomables, recios como el acero, trabajadores sin cuentos, amantes del mar y grandes entendidos en las artes de todas las pescas.
Esa importante región mediterránea, a partir de 1860 pasó a integrar la Italia Unita merced a la tenaz lucha del revolucionario Giusseppe Garibaldi el llamado héroe de dos mundos.
Se impone decir que a esa tierra de valientes llegó en el 1934 por designio de la Academia Sueca, el Premio Nóbel de Literatura para galardonar la pensadora cabeza de Luigi Pirandello.
Debemos señalar que este escritor fue tenido como de carácter humorístico hasta que en el año 1917 se transformó con creces, en renombrado autor teatral que le legó al universo obras pletóricas de lógica, pero salpicadas de una fascinante fantasía.
Se dice de Pirandello que fue un autor trágico y un escritor que siempre pensaba en la humanidad.
De sus vastas prosas se nos antoja extraer este pequeño trozo: ….¿Oscuridad? ¡Oscuridad para usted! Pruebe a encender una lamparita de fe con el aceite puro del alma. Si esa lamparita falta, nosotros, aquí en la vida, nos movemos como ciegos, con toda la luz eléctrica que hemos inventado. Está muy bien, perfectamente, para la vida, la bombilla eléctrica; pero nosotros, querido señor Meis, tenemos, además, de encender un farolito con el vidrio rojo; es preciso ingeniarse de todas maneras, intentar, como sea, ver… ¡Párrafo hermoso! ¿Verdad, que sí?
Luigi Pirandello escribió Cuentos para un año, de los que los más doctos entendidos han dicho, que esos cuentos resultan dignos rivales de los cuentos del Decamerón, del toscano Giovanni Boccaccio, padre feliz de Ninfale Fiosolano. Y notable precursor del Renacimiento.
Pirandello dejó doscientos cuentos plenos de tristeza, saturados de dolor y crueles y estridentes carcajadas. Es algo así, como la tragedia del propio autor, como que moviese personajes reales que a cada momento se ponen su máscara para salir siempre llenos de equívocos… Y de confusiones.
Se afirma que cuando Luigi Pirandello estudiaba en Alemania, estando en su juventud, la familia le seleccionó una novia y cuando regresó a Sicilia con ella celebró su connubio. En verdad, que ese matrimonio resultó un duro y mayúsculo fracaso. Ese matrimonio fue una fuente de dolores y de cuantiosas angustias morales.
Volviendo a los doscientos cuentos de Pirandello, dentro de ellos, indiscutiblemente, que palpita un Pirandello invisible en el que brota la angustia, que clama piedad, siendo como una gesticulación de muñecos o guiñoles movidos por celos y pasiones; pero siempre carentes de amor.
En el 1921 estrenó Pirandello Seis Personajes en Busca de Autor. El estreno alcanzó una mayúscula protesta… Pero esa obra estaba destinada a coronarse de vivas y aplausos en todos los proscenios del mundo.
Seis Personajes En Busca De Autor mereció que se le concediera en el 1934 el Premio Nóbel de Literatura.
De este ahijado de la gloria se afirma que era humilde y lleno de modestia, y que lucía fatigado por los poderosos fardos de pesimismo que cargaba. Sobre todo por el largo cúmulo de los muchos reveses familiares.
En su testamento pidió que cuando muriera no se pusieran en los periódicos recordatorios ni necrológicas notas y que para el enterramiento al cementerio solamente lo acompañaran su cochero, el caballo y su perro, o que quemaran su cadáver y que sus cenizas fuesen esparcidas a los aires, sobre el suelo de su Sicilia. El testamento quedó engavetado y no se cumplió. Finalizamos diciendo que Luigi Pirandello también es autor de Cada cual a su juego, La vida que te di, El placer de la honradez, Vestir al desnudo y El difunto Matías Pascal. Murió en Sicilia el 10 de diciembre de 1936, se van a cumplir próximamente sesenta y nueve años. Y estamos seguros que aquí algunos admiradores de él evocarán su obra cumbre: Seis Personajes en Busca de Autor.