“Siembran vientos, cosecharán tempestades”, Oseas 8.7

“Siembran vientos, cosecharán tempestades”, Oseas 8.7

Desconocemos si políticos que recurren al viento a su favor pretendiendo reeditar albures favorecedores se inspiran en canciones sentimentales presentes como esa interpretación de Camilo Sesto que lamenta “no ser amado… y atado a los recuerdos del pasado”; ignorando admoniciones profundas consagradas históricamente, como la que titula esta colaboración proveniente del profeta Oseas, tenido por denunciante de pecados del pueblo y de conductores.

Esto así ante informaciones divulgadas en el medio digital “El Radar Político” del 14-9-14 sobre el encuentro en San Francisco de Macorís, dando cuenta que el presidente del PLD aseguraba que “vientos soplan… que nos llevarán nuevamente a subir las escalinatas del Palacio…”.

Pero así como el flujo de vientos climatológicos se convierten en tormentosos por el desbocamiento de su propio movimiento y por al choque con otras corrientes, hay vientos políticos que pronostican tempestades.

Parecería que no habrá que esperar la consulta cívica del 2016 para el desate tormentoso. Pudiera interpretarse que ese pronunciamiento desencadenó tormentas palaciegas. Al día siguiente, la ciudadanía sació parte de sus expectativas de remoción administrativa que tanto había esperado. Funcionarios identificados con el “Danilismo” sustituyeron “leonelistas”. Y el Congreso Nacional fue escenario de debates peledeístas tan encendidos que poco faltó para que se rememora la confrontación fratricida entre Caín y Abel, luego que Judas fue retrotraído.

Y para que no caiga sobre nuestros hombros otra admonición del profeta Oseas 4.6, “ Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”, creemos necesario aportar informaciones de la enorme tempestad que no azotaría ante un imaginario escenario repitente del modelo de gestión 2004-2012.

El resultado presupuestal en ese período fue deficitario en RD$357 mil millones, suma que equivaldría a hipotecar todas las recaudaciones anuales para cubrirlo (RD$320 mil millones en 2012).

Consecuentemente, la deuda pública aumentó, hasta hipotecar la mitad de las riquezas nacionales en US$8,000 millones entre 2004-2012, 72%, US$1000/año, US$4 millones/día laborable.

La fiscalidad deficitaria absorbió financiamientos tradicionalmente dirigidos a sectores primarios de producción, contrayéndolos, estancándose generación de fuentes de trabajo, siendo necesario satisfacer necesidades con importaciones. Exportamos menos, creciendo éstas 24 veces más lentamente que importaciones.

Por ello la balanza de pagos 2004-2012 presentó déficit acumulado de US$24,000 millones, que los vientos del período pretendieron embaucarnos argumentando financiarlos con inversiones extranjeras; cuando ese flujo de recursos fue también deficitario (US$1,708 millones) al pagarse en utilidades e intereses US$20,132 millones frente a US$18,424 millones recibidos.

Todo dominicano genuinamente preocupado por la suerte nacional debe prever la tormenta que nos azotaría si esos vientos de fiscalidad y economía deficitarias, desaliento productivo, insatisfacción necesidades, estancamiento del empleo e hipoteca de recaudaciones, divisas y producción, volvieran a predominar.

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