Siempre papá

Siempre papá

Primero fue el perro, el perro supo estar fiel debajo del ataúd cuidando tu cuerpo. Bello gesto. Nadie como él hizo mejor guardia de honor para ti. Sólo tú y él saben de qué se trataba: parecía asunto de lealtades entre amigos, de sentimientos puros y buenos, de despedida… Después, aunque el sol resistió, cómplice tuya, la lluvia se precipitó con lágrimas del cielo para decirte adiós. El arcoiris coqueteó contigo llenando de colores tu último adiós. Ellos se conjugaron para recordar alegría infinita de tu alma buena.

Tus muchachos: los adultos, jóvenes y niños, orgullosos de ti se resistían a aceptar lo inevitable. Pero tus nexos son imperecederos, continuarán en los consejos sabios que nos diste, en tus prácticas solidarias, en tu visión de futuro, en tus conceptos morales, en la ternura que emana del pequeño Andreini cuando dice «voy a echar maíz a los pollos de papá». En voz angelical de Joel convertida en tierno eco: «Papá». En tus tratos finos, tu ejemplo de amor y respeto a mamá. En los mejores valores de la humanidad que con tu conducta nos inculcaste. En tus amigos queridos. En el buen balance que dejó tu vida. En las reuniones con nosotros para organizar tu partida inminente. En tu cultura de tolerancia. En tu buen vivir.

Todo germinará como germinaron las buenas semillas tantas veces sembradas por ti. Continuaremos con tu antorcha de buen esposo, servidor digno, amigo solidario y excelente padre. Homenaje eterno a tus memorias, mi querido papá; Victor Juan Corporán Corporán (Lilín).

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