Sierra Prieta Comunidad de SDN que vive en extrema pobreza en contraste con modernidad y crecimiento económico

Sierra Prieta  Comunidad  de SDN   que vive en extrema pobreza en contraste con   modernidad y crecimiento económico

En Los Mangos de Sierra Prieta, Villa Mella, a poca distancia de la primera línea del Metro de Santo Domingo, se conjugan todas las variables de la pobreza extrema: niños y adultos que mueren por desnutrición, enfermedades diarreicas y en la piel; adolescentes embarazadas, viviendas destartaladas, jóvenes que no estudian ni trabajan, sin documentos de identidad y un entorno contaminado por heces fecales y basura.
Allí hay más de 70 hogares cuyos miembros en su mayoría se derivan de una misma familia. Ellos heredan, de generación en generación, la indigencia y el olvido de las autoridades.
No tienen retretes, servicios de salud ni agua potable. Los que habitan allí no están conectados al mundo exterior: están ajenos a las cifras que ofrece el Banco Central de la República Dominicana en cuanto a que el país sigue liderando las naciones de la región en crecimiento económico.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo, elaborada por el Banco Central, en los pasados cuatro años salieron de la pobreza 1,072,400 dominicanos, mientras que otros 480,692 dejaron de ser indigentes. Es decir que la indigencia bajó de 11.1% a 6.1% entre septiembre del 2012 a ese mismo mes en 2016. Mientras que la pobreza se redujo de 42.9% a 30% en esos cuatro años.
Los pobladores de Los Mangos no entienden esas cifras pero sí el dolor y la angustia que les generan el no saber qué darán de comer a sus hijos, a dónde acudir cuando se enferman y cómo adquirir agua para el aseo y el consumo.

Higinia de la Rosa, con 52 años de edad, tiene ocho hijos y 22 nietos. Duerme en su rancho y camas destartalados con 10 de ellos y tres de sus hijas.
No tiene empleo y la figura paterna está totalmente ausente.
“Cuando consigo algo para llevarle de comer a los niños es arrasando en los montes, recogiendo mangos, guayaba, cereza. Antes recogía hojas de lo que pudiera hacer té para vender en el mercado”, dice la mujer que aparenta tener más edad de la que expresa tener.
Ni siquiera las migajas de las riquezas que produce el país les llega a esas personas que viven de manera infrahumana.
Precisamente, el rector del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), doctor Rolando Guzmán, plantea en su libro “El dilema económico de la democracia dominicana, crecimiento, estabilidad y distribución”,

que la velocidad de la reducción de la pobreza fue muy baja y mostró retrocesos frecuentes, así como no fue nada exitoso en reducir los niveles de desigualdad”. El profesor universitario analizó el período 1961-2011.
Expertos han coincidido en señalar de la necesidad de que en el país se produzca un cambio en el modelo económico que permita una mejor redistribución de la riqueza para la cohesión social.
En la comunidad Los Mangos los niños están desprotegidos. Allí hay muchos niños con edades desde los siete meses a 12 años.
Las muertes de los infantes por desnutrición, diarrea y otras afecciones son frecuentes, de acuerdo a lo que narró la dirigente comunitaria Valentina Lara, quien clama a las autoridades nacionales y municipales la intervención de esa comunidad.

Señala que a cada momento tienen que llegar a ese lugar para llevar a sus habitantes, principalmente envejecientes y niños, a centros de salud por los problemas que presentan debido a la alta contaminación del ambiente y la falta de nutrición y atención.
Igualmente, cuando mueren se ven en apuros porque no encuentran ni para enterrarlos.
Marcia de la Rosa, con limitaciones mentales, tiene 39 años, tuvo 13 hijos, cinco de ellos se les han muerto pequeñitos a causa de desnutrición, diarrea y otras enfermedades. Ella misma padece de unos grandes nacidos en la piel y problemas circulatorios. Duerme con sus otros ocho hijos en una hacinada habitación, de pocos metros, en un tarapete colocado encima de cuatro pedazos de block. Ella ni sus hijos tiene acta de nacimiento. Vive de la caridad.

Según Unicef la tasa de mortalidad neonatal en la República Dominicana es 25 por cada 1,000 nacidos vivos. Es la tercera más alta de América Latina: solo Haití y Guyana la superan. Cada día mueren 13 bebés menores de 28 días pero el 80% de estas muertes son prevenibles. En tanto, la probabilidad de un niño pobre morir antes de los 5 años (39 por mil nacidos vivos) es casi el doble que la de un niño rico (21 por mil nacidos vivos).
Heces fecales en el monte. “Le damos abono al monte”, atinó a decir Carolina de la Rosa, de 21 años, cuando se le preguntó que dónde hacían sus necesidades fisiológicas.
No tienen retretes. El mal olor que se respira en ese lugar es desagradable, así como por doquier se puede observar la acumulación de basura. En ese ambiente se ven a los niños desarrollarse, descalzos y desnudos.

Cocinan con leña. Cuando suelen cocinar lo hacen en fogones de leña que recogen en el monte.
Carolina de la Rosa, de 30 años, al momento de ser entrevistada, lucía enferma, con fuerte dolor de cabeza y los ojos visualmente mustios. Colocaba sus manos en el bajo vientre alterado aparentemente por embarazo pero es por fibromas. No podía acudir a un centro de salud en Villa Mella o en Yamasá, por falta de dinero para trasladarse en vehículos.

Sin acta de nacimiento. Son pocos los que tienen acta de nacimiento allí. Santa de la Rosa dice que es de las pocas de los que viven allí con documentos de identidad. Expresa que dos de sus hermanas con 11 hijos no han podido ser declaradas.
En medio de esa extrema pobreza se encuentra, exactamente al lado, la empresa cárnica Grupo Alonso y a pocos metros Pollo Cibao.

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