Siete días con Jesús

Siete días con Jesús

LUIS ROSARIO
El atolondramiento y aparatosidad teatral que caracteriza la vida humana durante el transcurso de casi todo el año encuentra un momento de pausa y sosiego en la Semana Santa. Aunque para muchos esa semana no es sino una ocasión de desahogo y hasta de un merecido descanso, para no pocos se trata de una hermosa oportunidad de vivir siete días con Jesús. Vivir siete días con Jesús significa dejarlo todo para atenderlo y conversar con El sobre tantas cosas que llegan al corazón y que dan sentido a la vida.

La conversación estará centrada en el tema del amor, que es la tónica de todos los acontecimientos que se reviven en la fe en la Semana Santa.

Por amor Jesús instituyó la Eucaristía en la noche del Jueves Santo y quiso quedarse para siempre en ese sacramento, mediante el ministerio de hombres de carne y hueso escogidos de en medio del pueblo para servir al pueblo.

Como expresión de amor realizó el lavatorio de los pies, para enseñar al mundo que no hay otro camino para convivencia fraterna que no pase por el cedazo de la solidaridad y del servicio.

Nada justificó su muerte cruel e irracional en la cruz el Viernes Santo a no ser el deseo de expresar con el testimonio más evidente el amor por toda la humanidad. Es bueno recordar sus palabras: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos». (Juan 15, 13) Jesús dio su vida para que todos los seres humanos tengan vida en abundancia.

Y, finalmente, su resurrección es la expresión más esperanzadora de su amor. En efecto, si todo se hubiera quedado en el testimonio de la muerte en la cruz, hubiera sido algo digno de elogio y reconocimiento, pero en nada hubiera servido para satisfacer el anhelo infinito de vida que hay en cada ser humano.

Como dice San Pablo: «Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe» (1 Corintios 15, 17)

Los siete días con Jesús serán un encuentro para hablar con el Señor y para que, a través del memorial de esos hechos tangibles que se conmemoran en la Semana Santa, El nos hable nuevamente de su infinito amor.

Y nos convenza así de que nadie podrá amarnos como nos ama El.

En estos siete días con Jesús sentiremos que El nos habla al corazón, con la voz más tierna y comprensiva que jamás hayamos escuchado.

Es una semana para dejar el ruido de la rutina de cada día, hacer silencio interior y escuchar a Jesús que nos habla. Sus palabras nos llenarán de paz, de seguridad y de aliento vital.

Serán siete días con Jesús que ojalá se prolonguen para siempre, como para siempre es el amor del Señor.

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