Siete días de cine
Batman a domicilio

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David contra Goliat. El huevo contra la piedra.

La diferencia estriba en que Ángel Muñiz es un luchador incansable y no se deja vencer de ningún hombre murciélago, por muy respaldado que esté.

Nosotros vamos a tratar de ser equitativos y justos. Hay tiempo para ver las dos películas.

Hay deseos de sobra para que el cine dominicano eche para adelante.

 Existe mucha curiosidad por ese “Dark Knight” que está rompiendo récords de taquilla en todas partes del mundo y que ya ha escalado el primer lugar en cuanto a las preferencias del público universal.

Christopher Nolan es un excelente director; Christian Bale es un perfecto Batman.

Pero, por otra parte, tenemos que Ángel se conoce al dedillo la mentalidad dominicana, que posee un ojo crítico, minucioso y detallista, que sabe captar a la perfección la psicología y la mentalidad de los habitantes de su media isla, que equilibra, con muy buen sentido, la carcajada con la reflexión, que no está dispuesto a fracasar con sus “Ladrones a domicilio”. Y no va a hacerlo.

Hagamos espacio para “Batman” y hagamos espacio para “Ladrones a domicilio”.

Tengamos en cuenta, eso sí, que a República Dominicana no va a llegar ningún habitante de Ciudad Gótica a defender nuestros intereses y que Muñíz sí que puede hacerlo a través de sus imágenes.

LADRONES A DOMICILIO.  (Título original: Ladrones a domicilio, Dir: Ángel Muñiz, Int: Manolo Ozuna, Miguel Ángel Martínez, Rafael Alduey, Juan María Almonte, Jean Johnny, Frank Lendor, Arturo López, Pericles Mejía, Pachy Méndez,  Salvador Pérez Martínez,  Sonia Silvestre, Héctor Then, Johanny Sosa).

Se ha dicho que la comedia dominicana ha llegado, en el cine, a un grado de saturación.

Afirmar esto es absolutamente incorrecto.

Lo que ha llegado a un grado de saturación es la transposición de “sketches” televisivos a la gran pantalla o la adaptación de mediocres “vaudevilles” teatrales a las imágenes del celuloide.

Eso hay que dejarlo atrás. Y no hay duda de que nuestros cineastas están aprendiendo la lección.

Caso aparte.  Lo de Ángel Muñiz es punto y aparte.

Empezó su carrera en el largometraje con muy buen pie sorprendiéndonos a todos con ese “Nuebayol” que conserva toda su ingenuidad, frescura, poesía y denuncia y que, a nuestro entender, jamás debió de tener una secuela.

Hemos sostenido conversaciones con amigos latinoamericanos de Cuba y de Panamá que insisten en que pocas veces han disfrutado en una sala de cine como lo hicieran en “Perico ripiao” también del mismo autor.

Ni los mayores detractores del cine de Muñiz pudieran negar que sus películas no tienen magia o que no conectan con las audiencias.

Ahora, en “Ladrones a domicilio” avanza enormemente en su carrera.

Sin perder el humor ni el contacto con su masiva audiencia, el realizador pone el  dedo en la llaga y se atreve a sacar a la superficie toda la podredumbre, todas las lacras de nuestra sociedad, toda la miseria de políticos y negociantes sin escrúpulos.

Nadie se salva. Nada es sagrado o inviolable. No hay “tabú”. La risa es aquí un llanto disimulado, una careta.

Con un elenco  en el que se nota el enorme esfuerzo del realizador para conseguir una cohesión histriónica, algo muy difícil en una película de estructura coral, “Ladrones a domicilio” consigue,  momentos individuales extraordinarios, pinceladas satíricas tan incisivas como los momentos en los que interviene Sonia Silvestre en un personaje que bien pudiera desprenderse de la trama y llevarnos hacia una historia diferente. .

Zoom

El caballero de la noche

Al fin nos llegó este Batman y no nos decepciona. Todos los comentarios leídos y escuchados eran reales. Dentro de su género de cine de superhéroes, de adaptaciones de “cómics” a la pantalla, resulta ser la campeona.

Si en los aspectos técnicos se roza la perfección, en lo temático se convierte en una película tan siniestra y oscura que casi podría pertenecer, por derecho propio, al mundo del “cine negro”.

Heath Ledger, como el Guasón, está impecable. No se trata aquí de complacencia o de aprovechamiento morboso por su inesperada muerte, sino de una formidable actuación, es  memorable.

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