Los cambios técnicos, las innovaciones en las salas de cine, etcétera, ocurren por lo general en tiempos de crisis. Cuando la televisión llegó para quedarse y se introdujo en la sala de cada hogar norteamericano, los productores de Hollywood vieron cómo mermaron sus ganancias y sus ingresos.
Había que tomar medidas, y rápido. De ahí que las películas se hicieron más y más grandiosas, más espectaculares y costosas, con un mayor número de estrellas en su reparto y con mucho más color, ya que, en aquel entonces, las audiencias aceptaban por igual una cinta a color que una en blanco y negro.
En aquellos cincuenta surgió, además, la llamada tercera dimensión y el público veía las películas con rudimentarias gafas que producían cierta ilusión pero que resultaban incómodas de llevar y a la larga, acabaron por cansar a los espectadores del museo de cera o a los que acudían a ver al monstruo de la laguna negra.
Ahora volvemos a estar en crisis, pero han transcurrido muchas décadas y la tecnología hace milagros. De eso quedamos convencidos al ver la cuarta parte de Final destination, historia que no nos interesaba lo más mínimo y que hubiéramos obviado de no inaugurar en el país esta nueva modalidad de ver cine.
Y la verdad es que nos impresionaron los adelantos técnicos, los efectos.
Sentimos el papel quemado, los clavos, las vísceras que se metían prácticamente en nuestros ojos.
Y aquello fue la diversión. No es que nos interese ver una buena película o un drama intenso con este procedimiento, pero estamos hoy claudicando y aceptando que el cine es espectáculo y que, de vez en cuando, no es un pecado participar en el show y entrar en la diversión con el resto de la audiencia.
Alocada obsesión. Después intentamos ver la comedia protagonizada por Sandra Bullock, Alocada obsesión (All about Stevie) y fue algo penoso y patético.
Sandra, que lucía un tanto recuperada en The proposal hace el ridículo queriendo hacer reír en base al desafortunado personaje de una creadora de crucigramas que se obsesiona en una cita a ciegas.
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Final destination
Nick y unos amigos han acudido a un circuito de carreras, pero sucede un terrible accidente que conlleva desastrosas consecuencias para el estadio.