Cine y TV. Cuando en cada hogar norteamericano se instaló un televisor, el pánico cundió en Hollywood al comprobar que la venta de entradas disminuía en las boleterías de las salas y que las largas filas de los estrenos empezaban a menguar.

Reuniones y más reuniones entre los ejecutivos de alto nivel buscaban la fórmula para enfrentarse a aquel nuevo enemigo, a aquella competencia en forma de caja que hipnotizaba al público y les hacía permanecer en las casas.

Había que ofrecer en la pantalla grande lo que la televisión no podía dar: cinemascope, tercera dimensión, vista-visión, sonido estereofónico, olorama, Todd-Ao etc., etc., etc.

Algunas de estas innovaciones llegaron para quedarse. Otras se desecharon, fracasaron o pasaron al olvido. Tal vez alguien resucite en nuestros tiempos tan alejados de aquellos, cosas como el Sensurround  pero las posibilidades son muy remotas.

Tenemos Home Theater y con eso basta.

Películas que sobrepasaban las tres horas de duración, escenarios espectaculares y miles de extras se anunciaban por doquier, pero la televisión no cedía.

Se había convertido en algo tan estable como el mismo cine.

Se unen.  “Si no puedes vencer al enemigo, únete a él” dice el refrán.

Y eso fue lo que hicieron en Los Ángeles.

Vendieron los derechos de los viejos filmes para sus pases televisivos, vendieron terrenos pertenecientes a los estudios, compartieron sets y hangares y se asociaron de mil maneras diferentes.

Incluso las viejas glorias y aquellos actores que habían fracasado tratando de obtener el favor del gran público, se refugiaron en la televisión.

Algunas de esas estrellas, como Adolphe Menjou, Lucille Ball o Loretta Young vieron renacer sus carreras con diferentes shows mientras que otros actores, al estilo Clint Eastwood, pudieron dar el increíble paso, por aquel entonces, de la TV al estrellato cinematográfico, aunque fuera pasando  las tierras de Almería.

La competencia, en un momento dado, se convirtió en colaboración.

Películas televisivas como “Doce hombres en pugna” volvieron a rodarse para la gran pantalla y algunas de ellas llegaron, incluso, al Oscar. El mundo cambiaba.

Adaptaciones.  Desde hace mucho tiempo, la nostalgia de los seriales de la pequeña pantalla ha permitido toda una serie de adaptaciones para el celuloide.

Así hemos visto en salas de cine a “Embrujada”, “El fugitivo”, “Get smart”, “Los vengadores”, “Los intocables”, “Hulk, el hombre increíble”, “El santo”, “Dragnet”, “Miami Vice”, “Los ángeles de Charlie”, “Mi marciano favorito”,  “The Beverly Hillbillies” y muchísimas otras. Ahora regresan “Los expedientes X” como único estreno en una semana donde “The dark knight” sigue imponiéndose y, si ya la vieron, deben de aprovechar ahora para recuperar “Ladrones a domicilio” de Ángel Muñiz.

EXPEDIENTES X: QUIERO CREER.  (Título original: X Files: I Want to Relieve, Dir: Chris Carter, Int: David Duchovny, Gillian Anderson, Amanda Peet, Billy Connolly, Match Pileggi, Adam Godley)

En esta película todo es confuso. Nada interesa y ni siquiera los fanáticos de la serie televisiva podrán encontrar elementos sólidos para defenderla.

Calificación:  Mediocre.

Zoom

Más de X Files

La trama

Más bien la trama de esta película que nos devuelve a Mulder y a Scully, los protagonistas de la serie televisiva, luce como uno de esos filmes que saturaron la pantalla después de los éxitos de “Seven” y “El silencio de los inocentes”.

Claro que aquí no tenemos toda esa serie de imágenes tan explícitas como desagradables al estilo “Saw”.

De todas maneras podemos ver a un Morgan Freeman o a un Nicolas Cage protagonizando este desbarajuste que mezcla dudas religiosas con videncias y pedofilia sacerdotal.

Estreno

“Los expedientes X” llegaron a las salas criollas el jueves pasado.