Siete días de cine
Tarantino: “Glorioso bastardo” y  el tema de la Segunda Guerra Mundial

<STRONG>Siete días de cine<BR></STRONG>Tarantino: “Glorioso bastardo” y  el tema de la Segunda Guerra Mundial

No todos los días nacen directores así, capaces de revolucionar la industria, de permitirnos seguir teniendo fe, por frágil que sea, en un cine comercial que presente propuestas nuevas, que trabaje con talento  e imaginación, que experimente y revolucione lo ya hecho.

No es cualquier director el que puede acuñar un estilo y hoy por hoy, todo el mundo sabe lo que es una “tarantinada”.

Hay que amar el cine, hay que nacer y crecer entre rollos de películas, entre afiches, libros y fotos para llegar a ser un grande como él. Los cineastas de ahora, desde los críticos hasta los directores, toman las cosas por el camino fácil colocándose detrás de la cámara como si de un juego se tratase, rodando sin planificación ni conciencia de lo que se está haciendo.

Hay que estudiar lo mismo al cine de karatecas orientales, que a las “trash movies” de los setenta, que a Goddard o a Leone para llegar a ser un Quentin Tarantino.

Y cuidado… mucho cuidado, que además están los genes, las musas, la inclinación al arte, el conocimiento de la estética y hasta el sentido del humor.

Nos quitamos el sombrero ante Tarantino.

Es un genio sin dejar de ser un espectador-masa de esos que comen pop-corn y hot-dogs, de los que beben refrescos, aplauden y vociferan a mitad de las proyecciones.

Tarantino no suele decepcionarnos (olvidemos su episodio en “Four rooms”) y su obra posee una coherencia tan envidiable que sólo nos apena el hecho de que, en un momento dado, tuviera que vender sus magníficos guiones para que los rodaran un Tony Scott o un Oliver Stone que no poseen ni su estilo ni su gracia.

Capaz de inspirarse en cualquier cosa, lo hace ahora con una horrible película italiana que vimos en Cinema Centro allá por los setenta.

Y de ahí le surge algo excelente, casi perfecto, un film donde es capaz de burlarse de la misma historia, de la tremenda tragedia que significó Hitler para el mundo. No  es la primera vez que esa historia se trastoca, pero sí la primera que produce tanto impacto, que se cuenta con tanta gracia y elegancia, con tanta cinefilia destilando de cada fotograma, con tanto ritmo a pesar de su larga duración, con tantos personajes antológicos como el del nazi que caracteriza a las mil maravillas ese Christopher Waltz justamente galardonado en Cannes y que nos hace olvidar a Brad Pitt y al que no es Brad Pitt.

Y ya me he pasado y este es el problema de estos “Siete Días”. Por ahí, implacables, acechan las tijeras.

El director

Quentin Tarantino

Es  guionista, director y actor estadounidense ganador del  Óscar y de la Palma de Oro. Nació en 1963 en Knoxville, Tennessee. A los 22 años encontró una especie de segundo hogar en Video Archives, en Manhattan Beach, donde sus grandes conocimientos en cintas   antiguas le fueron muy útiles.

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