Sigamos con lo bueno

Sigamos con lo bueno

El pasado 31 de diciembre recorrí durante la noche la ciudad de Santo Domingo de Oeste a Este. A diferencia de años anteriores, vi menos  conductores desaprensivos, menos niños jugando con fuegos artificiales en las calles, menos fiestas callejeras y  muchos hogares tranquilamente cerrados y con sus  familias aparentemente dentro, esperando el fin de año.

La explicación pesimista era que no había ambiente colectivo de festividades y que la crisis económica disminuyó las celebraciones. Sin embargo, eso, aparentemente malo, tuvo un reflejo positivo en la ciudadanía porque en el periódico El Nacional del día 6 de enero, se lee la información de que en el 2010 el Ministerio de Interior y Policía no reportó víctimas de fuegos artificiales.

La reglamentación en el uso de fuegos artificiales casi siempre ha sido violada y la prohibición permanente ha contado con opositores, especialmente empresarios de diferentes niveles que se benefician de su comercialización. Sin embargo, afortunadamente se ha estado creando una tradición que parece ser, en definitiva, la explicación más adecuada a lo que vi en diversos sectores la noche de año nuevo, así como al hecho de que no se reportaran víctimas de fuegos artificiales: Los eventos o conciertos colectivos en El Malecón, parques y avenidas importantes que convocan diversas instituciones públicas y privadas, que incluyen espectáculos profesionales con fuegos artificiales, para deleite de niños y adultos de diversos estratos sociales, donde juntos,  como una gran familia, esperan el año nuevo hermanados y donde es casi imposible que alguien provoque un desorden sin ser detectado.

Es algo bueno que no debe cambiarse y que el pueblo debe agradecer a los patrocinadores. 

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