Sigan “texteando”

Sigan “texteando”

Hace varias décadas que los “esclavos técnicos” se rebelaron, tal y como magistralmente en 1949 pronosticó Constantin Vigil Gheorghiu en su obra “La hora veinticinco” cuando escribió: “….se rebelarán un buen día, aprisionando a la especie humana en campos de concentración, haciéndola desaparecer en el cadalso o en la silla eléctrica”, concepto que, tomado literalmente obvia el hecho incuestionable de que las máquinas (“esclavos técnicos”) jamás tendrán sentimientos o discernimiento entre el bien y el mal, aunque puedan ser programadas en uno u otro sentido por los seres humanos.

Una gran parte de la humanidad, dentro de la cual no puedo excluirme, es realmente “esclava” de las máquinas y cuando una de ellas falla, las fatalidades y desastres pueden ser numerosos. Ejemplos sobran: Una planta nuclear que explota; un motor de avión defectuoso; un error de fabricación en una línea de automóviles y los millones de accidentes provocados por ignorancia o mal manejo de equipos tecnológicos.

Los celulares han salvado millones de vidas, pero igualmente han desgraciado a numerosas familias por la práctica de “textear” o conversar conduciendo vehículos de motor y aunque sea penalizado en algunos países, a los agentes de tránsito les resulta difícil demostrar la infracción, siendo una verdadera epidemia en nuestro país aunque las estadísticas sean imprecisas.

He tenido la dulce-amarga experiencia de poder avanzar en grandes tapones cuando muchos embobados texteando se quedan rezagados sin ver que la fila ha avanzado sustancialmente y quisiera que siempre satisfagan su vicio de textear solamente en tapones, para rebasarlos fácilmente y también para no tener que verlos sin poder “chatear” porque estén al frente de un cortejo fúnebre dentro de un ataúd.

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