Signos de puntuación y entonación. Utilidad para la transmisión de ideas (II)

Signos de puntuación y entonación. Utilidad para la transmisión de ideas (II)

Las ideas que deseamos o debemos transmitir en un proceso de hechos del habla, que se rigen mediante códigos particulares o correspondientes a las realizaciones que se produzcan, o el sistema oral o por la vía escrita.
Si decimos: Hoy yo no podré ir porque tengo examen de neurosicología.
Si empleo el código oral, deberé producir una entonación sujeta a las normas del orden prosódico. Cuidaré la pronunciación y las pausas allí donde el sistema lo requiera, para que la emisión del contenido transmita el mensaje de manera eficiente: [Hoy no podré ir] (arriba), parte ascendente del movimiento de la voz.
La segunda parte del enunciado se dejará escuchar: [porque tengo examen de neurosicología] (abajo). Parte descendente, cierre de la oración. Produciré una pausa como valor de entonación, finalización de la frase.
Si escribiere la misma locución, la parte ascendente del esquema que, al hablar ha podido provocarse un breve detenimiento y, a seguidas, continúe con la escritura del caso, hasta concluir al final con la parte descendente: [porque tengo un examen de neurosicología] (abajo).
En este momento, con una pausa normal queda rematado el mensaje. En tal caso, no ¿vacilaría en colocar un punto?, y si debo o quiero continuar el escrito, cuento con el espacio que resta. ¡Claro!
Sin embargo, deseo precisar un manejo de la puntuación. Al elevar el tono del esquema oral, primera parte del modelo, equivalente a la fracción ascendente, se nos puede presentar un dilema: ¿coloco coma (,) entre la formulación verbal “podré ir”, y el subsiguiente “porque”…, como conjugación causal, que refuerza la pertinente elevación del tono de la voz al final de la fracción indicada? ¿Cuestión de estado? El emisor decidirá.
La coma, rasguillo muy empleado en la escritura, es conveniencia e inconveniencia en muchos casos de la escribanía. Se puede saber claramente su colocación para separar elementos análogos del discurso, que sería multiplicación de ambigüedades, si no aplicáramos esa regla:
… eso nos trae confusiones quebrantos tristezas amarguras contrariedades, sin la pronunciación adecuada o el signo de coma…
Si dijéramos “estancos espacios”, estamos evadiendo un recurso que nos ofrecen las reglas del sistema para un intercambio eficiente: la coma sirve, entre tantos usos: para separar elementos análogos.
Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, filólogos, ensayistas, grandes maestros, escribieron dos tomos de su muy reconocida Gramática castellana, que publicó Editorial Losada, de Buenos Aires, Argentina, editada desde mediados del siglo pasado, con mucho éxito. A la muerte del profesor Amado Alonso (1952), el poeta y presidente de la Real Academia Española, don Dámaso Alonso, declaró que se trata de la mejor Gramática que se había escrito para esa fecha acerca de nuestra lengua. Y todavía nos entusiasma y enorgullece.
Ellos, Alonso y Henríquez Ureña, tratan el tema del que venimos hablando, en los dos textos que autorizaron. Y llaman a este material de estudios “signos de puntuación” y “signos de entonación”, de modo que el tema abarca los dos grandes códigos de la lengua: oral y escrito.
Recuerdo una oportunidad en que don José Martínez Ruiz (Azorín), gloria de las letras españolas, acababa de publicar una de sus obras y, personalmente, tenía la preocupación por sentarse frente al escritorio para decidir el tema que ocuparía su próximo libro. El hecho de que un escritor podía vivir de sus escritos, por aquellos lugares, le creaba cierta inquietud, consciente de que para vivir de su producción de libros, tenía que escribirlos.
Una mañana, muy temprano, se sentó frene al escritorio, preocupado y empezó a redactar:
Nada en sumo. Absolutamente nada. Nada que se salga del carril cotidiano…
Empleó tres veces /nada/, una en cada frase. Tres unidades características de su reconocido estilo. Puntos y seguidos, y culminó con el título de uno de sus libros de mucho éxito:
EL ESCRITOR.

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