Si asumimos con la verdad que le pueda caber la expresión publicitaria de que el agua es vida, con que se procuraba hace algunos años concienciar a los usuarios del servicio del preciado líquido para que lo ahorráramos, debemos llegar a la conclusión de que en el país estamos prácticamente muertos.
La conclusión la imponen las estadísticas de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD). Según la referida institución, alrededor del 60 por ciento del agua que produce no llega a su destino, vale decir a la satisfacción de necesidades humanas, porque se pierde por las averías. También por la falta de disposición de la población a pagar el servicio. Como puede verse, es un mal que involucra a demasiados ciudadanos para esperar resolverlo con soluciones unilaterales y simplistas.
Uno de los graves problemas que está llamada a enfrentar la humanidad es la falta de agua. ¡Y aquí nos gastamos el lujo de desperdiciar el 60 por ciento de la que produce la CAASD! El acuífero más grande de Estados Unidos, el Ogallala, se está empobreciendo a una tasa de 12,000 millones de metros cúbicos (m3) al año. La reducción total se estima a la fecha en unos 325,000 millones de m3. Como el 95% del agua potable de ese enorme país es subterránea y las fuentes de agua se están secando debido a que los granjeros de las praderas altas tejanas bombean el líquido más rápido de lo que la lluvia las rellena, nos podemos imaginar lo que está pasando. Nebraska, Colorado, Kansas, Nuevo México y Texas son lugares en los que este tema suscita gran preocupación. También en Cataluña, España; Turquía, El Cairo y gran parte de África.
Sin embargo, en República Dominicana no hemos hecho conciencia de la situación. Conforme informaciones de la Gerencia de Operación de la CAASD, el año que acaba de pasar corrigió 18 mil 986 averías, entre las consideradas pequeñas, realizadas a tuberías de media pulgada de diámetro, y grandes, en líneas de 30 y 67 pulgadas.
Esa cantidad de averías da un promedio diario de 50, incluyendo los fines de semana y los días feriados.
Los funcionarios de la Corporación están haciendo su parte. Por lo menos eso dicen, y consideramos de justicia darles el beneficio de la duda.
Toca al resto de los ciudadanos hacer la suya, empezando por enfrentar las averías que puedan corregir, reportando las que no puedan enfrentar o no les competan y, sobre todo, normalizando el servicio de agua y evitando su desperdicio.