La educación podría considerarse como uno de los grandes fracasos del Estado dominicano en materia de políticas públicas, porque los esfuerzos, las iniciativas, los planes e inversiones ejecutados en los últimos 30 años no han logrado sacar al país de los niveles más bajos en materia de calidad educativa.
Ahora que el Ministerio de Educación se prepara para la aplicación de las pruebas PISA, en mayo próximo, la gran expectativa es constatar si el país superará la última evaluación sobre el aprendizaje de los estudiantes, realizada en 2018 por esa entidad, y cuyos resultados mostraron los grandes rezagos en materias como Ciencias, Matemáticas y Lectura.
El tramo recorrido desde el Plan Decenal de Educación 1992-2002 ha estado plagado de contradicciones, discrepancias entre el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), falta de recursos hasta que se le asignó al sector el 4% del PIB, dificultades para alcanzar la excelencia de los profesores, poca continuidad de las medidas adoptadas por los ministros que dejan el cargo, y otros daños colaterales arrastrados cuando se le ha puesto al Ministerio el sello de botín político.
Paradójicamente el sector no ha estado de manos cruzadas. En 2003 se creó el Plan Estratégico de Desarrollo de la Educación Dominicana 2003-2012, cuyas prioridades eran mayor acceso a la escuela, eficiencia interna, cambios en el currículo y más atención a la primera infancia.
Asimismo, en el 2008 se elaboró el Plan Decenal de Educación 2008-2018, que se enfocó en un aumento de la cobertura y de la calidad en los niveles Inicial y Básica, el uso de las tecnologías de la información, y alianzas público-privadas.
En 2014 se firmó el Pacto Nacional para la Reforma Educativa, suscrito por más de 190 organizaciones, incluyendo los partidos políticos, que se comprometieron a transformar la educación dominicana a los niveles reclamados por la sociedad.
Puede leer: Primera parte ofertas licitaciones almuerzo escolar será hasta 21 de abril
Ese año se hizo una importante reforma curricular basada en competencias; y en 2017 se elaboró el Plan Estratégico 2017-2020, con la finalidad de alcanzar las metas de la política educativa vigente.
En cuanto a la formación de los docentes, que siempre ha sido el gran desafío del sistema, en 2015 el Consejo Nacional de Educación aprobó la Normativa para la Formación Docente de Calidad, con la cual se conminó a las universidades a eliminar los programas de clases de una vez a la semana o sabatinos, y que los profesores que impartan las asignaturas tengan como mínimo una maestría en su área.
En 2017 el Ministerio de Educación dio apertura al programa “Docentes por Excelencia”, que consistía en una oferta de 20,000 becas para estudiantes de altas calificaciones que desearan ingresar a la carrera magisterial.
Precisamente ese mismo año se hizo la Evaluación del Desempeño Docente, y los resultados no fueron los más favorables: solo un 3% obtuvo una puntuación excelente, el 24% muy bien, el 35% bien, y un 38% insatisfactoria.
Paralelamente el gobierno del entonces presidente Danilo Medina (2012-2020) implementaba la denominada Revolución Educativa, que comprendía la construcción masiva de aulas, aumentos salariales a los maestros, la Jornada Escolar Extendida, con alimentos incluidos.
Se construyeron alrededor de 33,000 nuevas aulas, y la inversión en la educación preuniversitaria pasó de RD$58,000 millones en 2012 a RD$170,570 millones en 2019.
A través del programa República Digital, se entregaron kits de robótica a 1,269 escuelas, se instalaron más de 7,800 pantallas o pizarras digitales, y más de 230,000 estudiantes y 22,500 maestros recibieron computadoras.
Lee también: Director Inabie admite deuda con suplidores escolar es de RD$6,000 MM
Sin resultados esperados
Darwin Caraballo, director ejecutivo de Acción Empresarial por la Educación (Educa), reconoce que el país puede exhibir avances con las transformaciones curriculares, mejoras significativas del salario de los profesores, alimentación escolar, la Jornada Extendida, y una apuesta importante al aumento de los recursos destinados a la formación de los docentes.
“Sin embargo, este esfuerzo mancomunado, que acumula más de 23,000 millones de dólares a la fecha, no se ha traducido todavía en mejores aprendizajes de los estudiantes, que no logran mostrar niveles de apropiación de las competencias que están previstas en el currículo.
“En ninguna de las mediciones nacionales o regionales, cuando se aplican a estudiantes de tercer grado, sexto grado de la primaria o tercer grado de la secundaria, o las pruebas PISA, salen buenos resultados, ese es el gran talón de Aquiles de la educación dominicana”, refirió
Ante todo esto llegó la pandemia covid-19, que evidentemente trastocó a todos los sistemas educativos del mundo, y claramente a la República Dominicana no la dejó ajena, dijo.
No obstante, Caraballo destacó los esfuerzos de las autoridades para mitigar los efectos de la pandemia con el Plan Aprendiendo en Casa Preservando la Salud, que le dio continuidad al proceso educativo.
“Luego se volvió a la presencialidad, pero desgraciadamente se ha visto interrumpida por constantes conflictos sindicales, por razones salariales o por temor a los contagios de covid-19. Ha sido este último un año traumático, en el que probablemente se vuelvan a constatar deficiencias en el aprendizaje, por eso en Educa decimos que es tiempo de hacer las cosas de manera distinta”, destacó.