Silencio culpable

Silencio culpable

La lapidación era vieja cuando intentaron matar por apedreamiento a una mujer y Jesús sentenció: el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.

El escándalo relacionado con los abusos sexuales de sacerdotes y obispos contra niños en las iglesias, en los seminarios, contra internos en los colegios católicos, adquiere ahora una resonancia que debió tener hace muchos años.

Cuando se produjo el gran escándalo de la iglesia Católica de Boston, Estados Unidos, el “castigo” fue proteger a Berbard Law, Arzobispo de Boston, quien se resguardó en Roma.

El periodista y escritor español Pepe Rodríguez, autor de “Pederastia en la Iglesia Católica” dice que “el problema fundamental no reside tanto en que haya sacerdotes que abusen sexualmente de menores, sino en que el Código de Derecho Canónico vigente, así como todas las instrucciones del Papa y de la curia del Vaticano, obligan a encubrir esos delitos y a proteger al clero delincuente. En consecuencia, los cardenales, obispos y el propio gobierno vaticano practican con plena conciencia el más vergonzoso de los delitos: el encubrimiento”.

Cuando Rodríguez publicó su libro el actual Papa era Prefecto de La Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente llamada Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fundada por Pablo III en 1542.

Juan Pablo II el 28 de junio de 1988, definió «la tarea propia de la Congregación para la Doctrina de la Fe: promover y tutelar la doctrina de la fe y la moral en todo el mundo católico. Por esta razón, todo aquello que, de alguna manera toca este tema, cae bajo su competencia».

La respuesta de Roma ha sido minimizar los señalamientos, cambiar de diócesis a los abusadores y sospechar de las víctimas por hacer públicos los ataques sexuales y negar los hechos.

Jason Berry hizo reportajes sobre abuso sexual en Louisiana en la década de los 80,  publicó en 1992 el libro “No nos pongas en tentación. Sacerdotes católicos y el abuso sexual de niños y niñas”.

Berry y Gerald Renner publicaron recientemente en español: “Votos de silencio. El abuso de poder durante el papado de Juan Pablo II” en el cual informan que durante el último medio siglo se presentaron casi once mil quejas por abuso sexual contra 4,392 sacerdotes en Estados Unidos.

Brasil, el país con más católicos del mundo, tiene cientos de denuncias e incluso un sacerdote, condenado por pederastia, escribió un manual del pedófilo. Callar y tapar un crimen es hacerse cómplice de él. Un día de éstos se destapará la controversia sobre el celibato y los sacerdotes con hijos.

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