Los derechos humanos son pilares fundamentales de la Constitución de la República Dominicana, no son de amplio conocimiento en nuestra sociedad ni una prioridad educativa.
Obviar los derechos humanos del conocimiento social en la República Dominicana no ha sido por olvido ni azar. Los sectores de poder del país no favorecen que la población dominicana se empodere como sujeto de derechos y asuma el respeto de los derechos de otros independientemente de su edad (niñez/adolescencia), género, condición de discapacidad, orientación sexual, origen afrodescendiente, nacionalidad y migrante haitiana.
La República Dominicana cuenta con una cotidianidad permeada por violaciones de derechos y violencia que se agudiza con la inseguridad ciudadana, corrupción e impunidad. No existen respuestas contundentes que enfrenten al Estado dominicano y sectores de poder respecto a las continuas violaciones de derecho desde instituciones académicas y asociaciones profesionales dedicadas a las ciencias sociales.
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Recientemente un grupo de estudiantes (8-9 y 10 años) de un colegio privado de un sector exclusivo del D.N. observó cómo la Dirección de Migración agarró a unos haitianos que caminaban, le quitaron los pantalones, tiraron al suelo, golpearon y tiraron a la camioneta. Muchos padres y madres se preocupan porque sus hijos e hijas no vean escenas violentas en la televisión, pero estas escenas violentas las está viendo nuestra población infantil diariamente y la viven niñas y niños haitianos que son recogidos sin padres/madres. Lo mismo ocurre en los hospitales cuando se observa como se llevan a las haitianas embarazadas a punto de parir o aquellas que paren en la puerta del hospital porque no las dejan entrar.
A pesar de todo ello existe un gran silencio de las instituciones vinculadas a las ciencias sociales y de asociaciones de profesionales del área que no enfrentan esta violencia y violaciones de derechos. Este silencio puede ser interpretado como complicidad, indiferencia o miedo a enfrentarse a estructuras de poder que perjudique su sostenimiento económico.
El silencio tiene grandes repercusiones sociales que todavía no se identifica con claridad, quienes nos dedicamos al análisis social nos percatamos. Una de estas repercusiones es el quiebre de la gobernabilidad y la cohesión social. La armonía social y la paz se sostienen de la cohesión social la cual no se logra en una sociedad donde se naturalice y normalicen las violaciones de derechos y se pierda la sensibilidad por el dolor y el sufrimiento humano. La indiferencia y la fascinación por el uso de la violencia contra otros seres humanos (independientemente de su nacionalidad, color de la piel, orientación sexual, género) puede llegar a convertirse en una práctica cotidiana y con ello incrementar exponencialmente la inseguridad ciudadana.