POR HENRY ORREGO
BOGOTA, AFP – La muerte del cantante mexicano Antonio Aguilar llenó de dolor a los amantes de la ranchera a lo largo de América Latina, como ocurrió en el barrio de Chapinero de Bogotá, donde decenas de mariachis callejeros rompieron con trompetas un minuto de silencio para decirle adiós.  

 La noticia de la muerte de Aguilar, ocurrida en la capital mexicana a sus 88 años -tras dos semanas en un hospital- hizo de la noche del miércoles una jornada particularmente triste para estos hombres, acostumbrados a lidiar el frío de la calle con sus amplios sombreros y vestidos de charros, mientras esperan clientes para sus serenatas. «Para nosotros Aguilar representaba algo muy grande. Nos dejó como herencia un folclor que se ha hecho muy importante en nuestro país y el continente. En cualquier rincón de América se escucha la música mexicana y especialmente a él», asegura Miguel Angel Mayoral, un trompetista de 48 años que desde hace 23 dirige el mariachi Guadalajara.   Los «charros» bogotanos interpretaron con sus trompetas algunos de los más de 800 temas que Aguilar grabó a lo largo de su vida y que cantó varias veces en Colombia, donde sus presentaciones siempre fueron multitudinarias.   «Yo lo vi hace como diez años, éramos como unos 20.000 y todos cantábamos a coro», recuerda Mayoral al referirse a una presentación en la plaza de toros de Bogotá, donde Aguilar actuó acompañado de su esposa Flor Silvestre y su hijo Pepe.   Luis Fernando Arroyo, que ha sido violinista del mariachi Acatexa por diez de sus 39 años, también cree que la muerte de Aguilar es un revés para los amantes de la ranchera. «Es muy doloroso, aunque tenía muchos años» dice.   Cruce de caminos entre sur y Centroamérica, Colombia -cuya cumbia es uno de los ritmos representativos del continente- ha acogido como propios el folclor de distintos países como la ranchera, el tango de Argentina, entre otros.