Silvano Lora memoria
viva de un gran artista

 Silvano Lora memoria<BR>viva de un gran artista

Lamentablemente muchos maestros e incontenibles renovadores del arte dominicano han muerto. Sin embargo, creemos que ninguno hace tanta falta como Silvano Lora: se siente cada vez más su ausencia.

En este período de valores artísticos errantes, de decepciones, falsedades y desconciertos, cuántas veces no se evoca a quien levantaba la voz de la dignidad, del altruismo, de la protesta. En vida, él podía irritar, molestar aun, no siempre se le aceptaba totalmente, pero jamás se apartaba de su camino, su compromiso, su fe inseparable de la colectividad y los marginados.

¡Y qué artista sin par! Fue más que un precursor de la contemporaneidad, la instauró e instaló en las expresiones visuales dominicanas: interactuación entre la calle, la escena y el taller, creación de la pintura ampliada, demostración de performance, arte de resistencia siempre… Ello, increíblemente “manufacturado” gracias a una academia domada, a una labo riosidad inagotable, a una maestría del hallazgo, del invento, del mensaje en imagen. Y no hablemos de la rabia de hacer justicia, de ese coraje… que le permitió afrontar la enfermedad y apartar la resignación.

Estas cualidades de Silvano y tantas otras vibraban en la atmósfera de un acontecimiento único. La casona secular de la Arzobispo Meriño abría sus puertas, los muros portaban la formidable secuencia pictórica de los “Esquemas incorruptibles”, Marianne –la esposa– y Quisqueya –la hija– compartían amor y emoción con los peregrinos de un silvanismo inextinguible.

Institución y exposición. Era impensable que el local de una Fundación de Silvano Lora fuese solamente una galería de exhibición. Desde su razón social se anuncia como un “taller público” y, en sus objetivos, el primero propone “desarrollar, promover y difundir el arte y la cultura dentro de los jóvenes y adolescentes”. Como ya lo hizo el taller de Silvano, mientras él vivía, albergará trabajo, talentos y actividades múltiples, aunque siempre volcadas hacia la comunidad. Otro fin ineludible es “difundir la obra artística y política de Silvano Lora”, y la exposición inaugural presenta  su –tal vez– última creación serial de denuncia, “Esquemas incorruptibles”, con tres vertientes –el hambre, mutante, ecológica–.

  Pertenece a la corriente del “arte povera” y el “nuevo realismo” de los 60 que Silvano no sólo adoptó, sino concibió al mismo tiempo que sus respectivos ideólogos Germain Celant y Pierre Restany, los “Esquemas incorruptibles”,  producidos alrededor del 1995, recuperan hojalata –en el sentido propio– y clavan chapas –¡son millares de clavos!–, recortadas y ensambladas, en un soporte de madera. El efecto óptico se une a la connotación simbólica, indisociables en el mundo del maestro. La explotación, la represión, la muerte alternan y se suman temáticamente, pero el humor, la poesía, la estética iluminan este cantar visual a los “damnificados de la tierra”. Cuadro tras cuadro, obra maestra tras obra maestra, nuestro estremecimiento crece.

  Y la técnica impecable participa de la lección. Silvano Lora ignoraba el “miserabilismo” o la dejadez: dentro de sus convicciones y restricciones, lucía él mismo un hombre de gusto  elegante. Los “Esquemas incorruptibles” testimonian esta impronta, en la pintura de este maestro del arte.

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Arte e historia

Ideales e ilusiones, violencia y redención, desventuras y liberación; la segunda mitad del siglo XX y Silvano Lora se identifican como raras veces ha sucedido entre la condición humana y un artista. Visitar la Fundación Taller Público Silvano Lora es una buena ocasión de recordarlo, y, para los jóvenes, de ver, descubrir y reflexionar.

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