Hoy 
La presentación abierta al público tuvo una duración de más de dos horas en el estadio Quisqueya de Santo Domingo
POR JORGE RAMOS C.
El esperado concierto popular que Silvio Rodríguez prometiera el año pasado al público dominicano se hizo realidad el lunes no laborable, al reunir aproximadamente 20,000 personas en el estadio Quisqueya de Santo Domingo.
El reconocido cantautor cubano ofreció durante más de dos horas un resumen de 20 canciones de su amplio repertorio, en medio de los aplausos y aclamaciones de sus admiradores, tanto jóvenes como bien adultos.
El artista de 60 años de edad, inició su actuación a las 9:10 de la noche con el tema Escaramuza y se despidió de su gente a las 11:16, dejando al público satisfecho.
Los temas más aplaudidos por el auditorio que llenó el área de palcos y preferencias, no así las gradas del estadio de béisbol de la capital dominicana, fueron las más conocidas: Canción del elegido (que avivó a los presentes a la media hora de iniciado el concierto), su clásica Te doy una canción, Rabo de nube (a dúo con su compatriota Carlos Luis, radicado en Santo Domingo), la popular Ojalá y su emblemático tema Unicornio, del que dice lo escribió en un momento en que creía haber perdido su musa o inspiración.
Silvio Rodríguez Domínguez deleitó a dominicanos y extranjeros con otras obras de su inspiración como Playa Girón, Angel para un final, Gaviota, El encantador de serpientes, algunas alusivas a la revolución cubana y una que otra canción de su nueva producción discográfica.
El cantautor fiel a la ideología de Fidel Castro, es uno de los máximos exponentes del movimiento de la Nueva Trova Cubana, fundado junto a Pablo Milanés y Noel Nicola. Nació en el pueblo de San Antonio de los Baños el 29 de noviembre de 1946.
LENNY ABREU Y TES AT
A las 8:25 de la noche el cantautor y diputado Manuel Jiménez dio las buenas noches para leer una proclama de la Red Dominicana por la Defensa de la Humanidad, una iniciativa de intelectuales y artistas de nuestro país con una visión global. Diez minutos más tarde el artista criollo Lenny Abreu inició el concierto al interpretar tres canciones y a las 8:55 le dejó el espacio a los también dominicanos del grupo vocal Tes AT.
Los jóvenes religiosos entonaron a su estilo Las avispas (de Juan Luis Guerra), El problema y Un millón de amigos, de Roberto Carlos, sin muchos aplausos porque la gente estaba impaciente por recibir a Silvio Rodríguez, el protagonista de la noche.
Cositas y cosotas
Las pantallas gigantes sólo funcionaron cuando cantó Silvio, no así para Lenny Abreu ni para el grupo Tes- AT, quienes abrieron el concierto.
La mayor algarabía de la noche se escuchó en todo el estadio Quisqueya cuando apareció en las pantallas la imagen de nuestro Juan Luis Guerra durante una vocalización de Rodríguez.
Con todo y la desacertada distribución de las boletas en la Feria del Libro, entró mucho público.
El estadio no se llenó por completo, porque mucha gente que quería ir al concierto no tenía a manos las boletas.
Miles de entradas enviadas a instituciones del Estado no fueron aprovechadas por los empleados que las recibieron y se perdieron.
Increíble lo del dominicano. La presentación era gratis y fuera del estadio había gente vendiendo boletas. ¡Que barbaridad!
No faltaron símbolos alusivos a la revolución cubana como la bandera del hermano país, afiches con la imagen del Che Guevara y expresiones como viva Cuba revolucionaria.
El área VIP con sillas y de frente a la gigantesca tarima, provocó celos entre los compatriotas, quienes vociferaban a coro todos somos VIP, abajo el muro y no queremos privilegios.
Hasta un agujero le hicieron a la malla ciclónica para colarse del terreno al área especial aislada, pero tales intentos fueron impedidos por los miembros de la seguridad.
Muchos se fueron complacidos, menos un caballero que se pasó toda la noche pidiendo a gritos Monólogo, el mismo que a veces le decía a todo pulmón: Silvio te amo.
No se produjeron incidentes que lamentar, a pesar de las amenazas, y en la ambulancia de la Cruz Roja Dominicana sólo atendieron a un joven que se pasó de contento y empinó demasiado el codo.
