Símbolos patrios que son “asigún”…

Símbolos patrios que son “asigún”…

Este 27 de febrero se cumple otro aniversario del trabucazo que inició la guerra por nuestra separación de Haití para recuperar los atributos de nación de raíces hispánicas y establecer la República Dominicana. Sólo quienes estamos ligados a este ordenamiento por vínculos jurídicos, históricos y afectivos podemos llamar “patria” a esta tierra natal.

Me ha asombrado hasta llegar a enfuruñarme escuchar  unos loquitos viejos cuestionar la calidad de Duarte como padre de la patria, precisamente cuando debe aumentar el fervor con que todo dominicano consciente agradece su indispensable labor como forjador de nuestra nacionalidad. Aun sin la ferocidad de Santana, la marrullería de Bobadilla o el ilustrado cinismo de Báez, el autor e impulsor de la idea en torno a la cual obraron estos tres y otros tantos, fue Duarte. Fue suyo el sueño que se hizo realidad.

El desdén con que muchos dominicanos tratan los asuntos patrióticos debería preocuparnos a todos. Esa disforia o abulia para conocer y defender lo nacional, a mi juicio, resulta del progresivo proceso de desvinculación jurídica, histórica y afectiva que perjudica a crecientes números de dominicanos.

La desvinculación jurídica queda dramatizada con dos situaciones que parecen distintas pero son lo mismo. La primera es la increíble falta de un registro civil y una voluntad política que documente de manera inequívoca a los ciudadanos, lo cual produce habitantes indocumentados y extranjeros que se creen criollos al estar igualados a los auténticos en su falta de papeles.

La segunda es la posibilidad de vivir y prosperar al margen de la ley, ajeno a las obligaciones o deberes que ella impone, sin mayores consecuencias. La ley, en vez de ordenar las cosas, es una látigo para fuñir al enemigo…

La desvinculación histórica no necesita más explicación que preguntarle a cualquiera algún detalle sobre nuestros orígenes. Tanta ignorancia colectiva da ganas de llorar…

Y en cuanto a lo afectivo, ¿cómo querer lo que no nos vincula ni conocemos más que como un paisaje, una gastronomía o un ritmo bailable? Somos incapaces hasta de hacer respetar un símbolo tan esencial como la bandera nacional, cuyo bellísimo azul ha sido trocado ilegal e impunemente por un oscuro añil que está más cerca del negro que del color del cielo.

Quizás somos tan modernos que los símbolos patrios ya son como los algebraicos, que pueden representar una cifra variable, “asigún”…

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