Simientes para la unificación isleña

Simientes para la unificación isleña

A fines del mes pasado, se celebró en el país un interesante encuentro de empresarios dominicanos, que contó con la presencia de dos prestigiosos ex presidentes latinoamericanos para discutir proyectos de desarrollo económico e industrial que pudieran implementarse entre los dos países de la isla.

Los empresarios, buscando las nuevas oportunidades para llevar a cabo más negocios, se han dado cuenta de que el desarrollo dominicano no puede prescindir de la existencia en occidente de un Estado fallido, con una enorme población que debe atenderse para evitar un colapso en oriente si insistimos en ignorarlos, ya que gravitan penosamente sobre nuestras espaldas con un éxodo indetenible, que a partir del próximo día 17 se tratará de imponerle regulaciones con el inicio de las deportaciones de los ilegales, tratando de establecer reglas y filtros para frenar la estampida occidental.

Las intenciones de emprender proyectos comunes con los haitianos siempre abre una interrogante, en cuanto a la sinceridad con que ellos acogerán los esfuerzos dominicanos, por ser el liderato de la iniciativa dominicana, y para ellos, sería una afrenta a sus capacidades, pero que nunca se han reunido de buena fe con sus vecinos isleños ya que siempre están buscando la forma de clavarle el puñal de la intriga y de las acusaciones en lo más hondo. No se acercan con sinceridad a sus vecinos tratando casi siempre de colocarnos en la picota internacional de algún abuso que ellos consideran que los poderosos dominicanos han cometido en contra de los infelices haitianos.

La sarta de acusaciones y prohibiciones, que los haitianos han evacuado en contra del país no es pequeña y cada día aumenta, ahora se le agrega algún proyecto con la iniciativa empresarial dominicana buscando un entendimiento económico para propugnar por una integración empresarial disfrazada que lleve paz a ambas poblaciones. Esto significaría la base para un objetivo unionista, que en unas cuatro generaciones podría borrar la frontera, inexistente de por sí, para dar lugar a un nuevo estado isleño, si ambos países admiten ceder en sus posiciones, uno tratando de defenderse para no verse arropado por occidente y el otro tratando de cumplir su objetivo de arroparnos con sus invasiones pacíficas y revestidos de su manto de “pobrecitos haitianos” para dejarlos asentarse libremente para siempre en el oriente de la isla.

La iniciativa empresarial dominicana es importante para llevar a cabo nuevos negocios, cuando ya los haitianos reciben más del 50% de las remesas que se generan en RD, por la gravitante presencia de miles de haitianos que trabajan en el país, pero tienen sus familiares en su país, al cual acuden en ayuda con sus envíos regulares. Estableciendo empresas, a ambos lados de lo que hoy es la línea fronteriza, como algunas que ya existen, serviría para estimular una mano de obra básica, pero poco a poco se superaría al acoger empresas de manufactura más elaborada tecnológicamente, asunto que lo visualiza el sector empresarial dominicano dispuesto a impulsar, quizás sin darse cuenta, que se están colocando los simientes de una unión, que la anhelan en los centros del poder mundial, dispuesta y programada, según ellos, para evitar un enfrentamiento social cataclismico y asegurar la supervivencia de las dos poblaciones isleñas.

Las intenciones de buscar, con proyectos industriales y agrícolas comunes, el amansamiento de dos poblaciones conflictivas, llenas por ambas partes de recelos, temores y agresividad, es loable, pero se necesita de una maduración de lo que se quiere para promover el desarrollo y más cuando las condiciones ambientales gravitan enormemente sobre esos proyectos, como es el caso de recuperar la presa de Peligro en el río Artibonito, que casi es la única fuente de agua para irrigación que posee Haití, con la suerte para ellos que del lado dominicano, en donde nace el río y circula la mayor parte, el área boscosa está bien conservada y asegura un suministro de agua mejor que los demás ríos dominicanos, asegurando, sino hay sequía, un suministro de agua para la agricultura haitiana.

El futuro de Haití está en las manos dominicanas. Dependiendo de la capacidad e inteligencia que se desarrolle el país y se consolide para eliminar las graves distorsiones de aumento de la pobreza en una sociedad de bienestar para los ricos es que se podría pensar en asegurar la paz y que una buena parte de mano de obra del vecino país encontrará localmente un medio seguro de subsistencia.

 

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