Similitud Roma-USA

Similitud Roma-USA

UBI RIVAS
El notable historiador inglés Tom Holland fue entrevistado en fecha reciente por el periodista español Luis Amiguet, del elenco de La Vanguardia, de Barcelona, perfilando los pareceres y/o similitud entre el ocaso del imperio romano y los Estados Unidos. El periódico Diario Libre publicó en fecha 07-03-05 un resumen de esa entrevista en la que Holland, un filósofo de la historia, como lo fue en su tiempo Arnold Toynbee y también el norteamericano Walter Lippmman, un filósofo del periodismo clarividente, conecta, con el decursar de 1,600 años, los lineamientos casi gemelos de los síntomas que aniquilaron el imperio romano y cómo se calcan en estos momentos con los Estados Unidos.

Precisa Holland que esas similitudes son la obsesión de tanto uno como el otro por Oriente Próximo: Roma por Aelia Capitolina, hoy Palestina, y Estados Unidos mediante su «Quisling» del Estado judío, creado a imagen y semejanza por el impulso del miedo por el presidente Harry Truman, a 48 meses de culminar la II Guerra Mundial (1939-45).

Cuando Roma fue atacada y casi conquistada por Aníbal Barca luego de vencer en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas (218-216 e.c), los romanos nunca más fueron desprevenidos y derivaron la estrategia por la guerra preventiva, idéntico a como postula hoy Washington con los países a quienes pretende ocupar para despojarlos de sus riquezas, a Afganistán el gas natural, sobre todo el que yace en la cuenca del mar Caspio, y a Iraq su riqueza petrolera.

A diferencia de Alejandro y Gengis Khan (Temujín), que saqueaban, incendiaban y se retiraban, Roma se quedaba en el terreno que conquistaba, y eso fue lo que hizo el general Douglas MacArthur cuando venció al Mikado, reconstruyéndolo multiplicadamente mucho más que como lo destruyó en la II Guerra Mundial.

Cuando la República Romana en realidad sucumbe como Imperio, fue cuando trocó suprimir las libertades a cambio de seguridad, y eso es lo que calca hoy el presidente George Bush jr. al designar al diplomático John Negroponte como jefe de todos los organismos de inteligencia concentrados, como una sopa, de Estados Unidos.

Hay acusaciones de medios de comunicación y periodistas norteamericanos de una creciente forma de censura, que hemos advertido primero en la guerra de agresión contra Afganistán, donde cada día mueren afganos y norteamericanos, y la prensa nada filtra, y lo propio con Iraq, donde se producen contiendas encarnizadas a diario y la prensa norteamericana y en conjunto es muy poco lo que informa.

La campaña para la reelección del presidente Bush jr. del año pasado se cimentó precisamente en el miedo superlativo que es el terror, vendido a los norteamericanos como que Bush jr. era el único candidato de los dos que podía garantizar la integridad y el hegemonismo planetario de su país, no un traslúcido y ausente de carisma John Kerry, cuando fue en la primera administración Bush jr., cuando se produjo el 11-S, sin que los organismos de inteligencia norteamericanos pudiesen preverlo.

Roma, acota Holland, sometía a los individuos a la esclavitud para así su alter ego devolverle la señal psíquica de que eran superiores, y así Estados Unidos coheciona su hegemonía planetaria especialmente para con los países pobres, los irredentos, esquilmando sus riquezas naturales mediante el ardid perverso de la globalización y las transnacionales, y con las tenazas asfixiantes del FMI, BID, Banco Mundial y Eximbank.

La homosexualidad, un perfil que no enuncia Holland, también constituyó un ingrediente poderoso para disolver al Imperio Romano, como acontece ahora en Estados Unidos donde se permiten parejas en un mismo sexo casarse por la ley, a lo que se añade el fardo tenebroso de ser el mayor consumidor de drogas del planeta Tierra.

El 24 de marzo último la agencia española de prensa EFE divulgó un cable en el que se reseña la dificultad manifiesta por el secretario del Ejército norteamericano, Francis Harvey, de reclutar jóvenes, avanzando que en marzo y abril probablemente no se cumplan los cupos de reclutamiento planeados.

«Vamos a apelar al patriotismo. Vamos a apelar al valor de prestar en servicio al país, en un llamamiento noble», precisó Harvey.

Pero resulta que los jóvenes norteamericanos, desde la aventura guerrerista de Corea (1950-53), Vietnam y ahora Afganistán e Iraq, perciben que esos países en realidad ningún peligro representan para la seguridad de su país, porque son países subdesarrollados, que no poseen tecnología militar como Rusia, China, Francia, Italia, Reino Unido, capaz de amenazar a su país.

Los jóvenes norteamericanos de hoy, relevo de la generación que rehusó el servicio militar obligatorio, hoy voluntario, pero que algunos senadores contemplan reintroducirlo obligatorio, captan que los intereses que defiende Bush jr. en Iraq y Afganistán no son los supremos de Estados Unidos, sino de un clan al que él pertenece vinculado con el petróleo, extensivo a su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, ejecutiva en licencia de Chevron-Texaco, y del vicepresidente Dick Cheney vinculado a Halliburton y los contratos multimillonarios para reconstruir a Iraq, algo que no hizo el general MacArthur ni tampoco FDR ni Truman.

Posidonio, refiere Halland, embriagó al Imperio Romano con la globalización entendida entonces, como Washington invoca 1,600 años después esa perversidad para acogotar al mundo, sin mirar de soslayo que se afinca en un terreno semoviente y movedizo que es el que dicta la mecánica de cambios inexorables de la historia.

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