Similitudes literarias

Similitudes literarias

R. A. Font Bernard
Cuando luego delz estreno de su comedia, titulada «La Comida de las Fieras», a don Jacinto Benavente se le acusó de haber plagiado a Shakespeare, aquel, con la agudeza que le caracterizaba, contestó que para pretender novedad en el teatro importaba mucho estar enterado de lo que se había hecho antes, porque de otro modo, lo que se llama vanguardia podría ser retaguardia.

Del propio Sakespeare se ha dicho, que varios de sus dramas más celebrados son adaptaciones de un autor y actor libertino, llamado Cristóbal Marlowe. Y se sostiene en este sentido, que el argumento del «Ricardo III» del autor de «Romeo y Julieta», procede de una obra de Marlowe, titulada «The Historio of King Richard The Third», que data del año 1513.

En un artículo periodístico publicado hace ya varios años, nosotros expusimos la aproximación existente entre el multirecitado poema del Premio Nacional de Poesía, doctor Pedro Mir, titulado «Hay un país en el mundo», y «La suave Patria» del mexicano Ramón López Velarde. El poeta Mir, con su natural generosidad nos dijo sonriendo, que él no conocía la obra poética de López Velarde. «Suave Patria»:

«Dire con una épica sordina:

La Patria es impecable y diamantina.

Suave Patria: permite que te envuelva

en la más honda música de la selva

con que me modelaste por entero

al golpe cadencioso de las hachas,

entre gritos y risas de muchachas,

y el pájaro de oficio carpintero».

Posteriormente nos referimos a la similitud existente entre los poemas titulados «A mi padre», atribuidos al poeta cubano Gustavo Sánchez Galarraga, y el reproducido por el Doctor Balaguer, en el libro titulado «Huerto Sellado». Joaquín Balaguer hijo:

«Padre mio! Mi padre. Yo se cuanto te inquieta

que el fruto de tu sangre te naciera poeta.

Gustavo Sánchez Galarraga:

Padre, padre mio, ¿no es verdad que tu quieres

que yo deje mis versos, y alivie tus quehaceres?

El poeta Sánchez Galarraga, según lo describió el crítico literario Juan José Ramos, era hijo de una riquísima familia de origen español. Pero modesto bohemio en sus prácticas, su fortuna la puso al servicio de las artes, y Joaquín Balaguer, hijo, era descendiente de un comerciante exportador de tabaco, de la región del Cibao.

El propio doctor Balaguer reprodujo en su libro titulado «Azul en los charcos», la conocida décima «A Teresa», atribuida a Juan Antonio Alix:

Estaba una vez Teresa

Subida en un algarrobo»,

Pero en su «Diccionario Secreto», el novelista Camilo José Cela reproduce un epigrama clásico, de la autoría de Quevedo.

«Estábase Teresa de Lucía,

atando un cenojil, la pierna alzada,

toda patihendina y destapada,

pensándose que nadie la veía».

Recientemente hemos leído una crónica, calzada con la firma del periodista Ubaldo Guzmán Molina, en la que anuncia la próxima circulación de una novela editada por Alfaguara de España, que se desarrolla en un condominio de la Avenida Anacaona de esta ciudad, en la que el protagonista, «un músico y solterón», descubre debajo de un fregadero, tras la cacería de una cucaracha, unos pasadizos que dan acceso a una red de visores secretos, hacia los departamentos vecinos. Ese descubrimiento le convierte en un voyeurista profesional. Aún no hemos leído la novela, titulada «El secreto de Negurí», pero por la crónica del periodista Guzmán Molina, evocamos la novela universal titulada «L’enfer», que le dio resonancia universal al dramaturgo francés Henri Barbusse, quien la publicó el año 1908, y fue premiada con el galardón Goncouer de ese año. Circuló en nuestro país, en el decenio cincuenta del pasado siglo, traducida al idioma castellano con el título de «El Infierno», editada por la empresa Zig-Zag de Chile.

En la trama de la misma, «un hombre que se imagina joven», se encuentra en un cuarto de hotel, en el que percibe la existencia de una vasta grieta en la pared, que le permite ver, sin ser visto, cuanto ocurre en los dos cuartos vecinos. Asiste así a la vida íntima de una serie de gente desconocida, de personas que aun siendo para él anónimas, le ofrecen un símbolo de la humanidad entera. Los cuadros y las escenas se suceden sin orden aparente: litigios, amores, solitarios desfogues sentimentales, meditaciones, intrigas, toda una serie de episodios imaginados y descritos en un tono patético, en un estilo intrincado y un poco oscuro, pero de innegable eficacia. Algunos pasajes -la muerte de un canceroso, los amores de unos adolescentes-, resultan particularmente sugestivos, y se imprimen las conversaciones de esos efímeros personajes, alcanzan a veces una singular intensidad de expresión. Y por la audacia y la brutal franqueza de ciertos cuadros, esa novela fue, en la época de su publicación, uno de los mayores escándalos literarios, precedentes a la I Guerra Mundial. Poseíamos una copia, adquirida en la Librería de los Hermanos Escofet, al precio de un peso. La prestamos a alguien cuya identidad no recordamos, por lo que quedó como un recuerdo sentimental de los libros leídos en la juventud.

Henri Barbusse falleció en Moscú, el año 1935. Fue un militante del Partido Comunista francés y escribió un bien documentado ensayo, relativo a la Revolución de Octubre del 1917. Coincidir en la temática de una obra literaria no significa necesariamente un plagio, o sea «apoderarse y dar por propio escritos ajenos». Pues aún entre los genios se suelen presentar las coincidencias. Tal es el caso de Rubén Darío:

«Potro sin freno se lanzó mi instinto,

Mi juventud montó potro sin freno»

(Divagaciones)

Y José Espronceda:

Yo me lancé con atrevido vuelo

Fuera del mundo en la región etérea»

(«El canto a Teresa»)

Consta que la palabra «Plagio», deriva del latín «plagiari», que entre los antiguos romanos significaba comprar un hombre libre.

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