En América Latina, pero también en algunos países de Europa y los mismos Estados Unidos, se están produciendo acontecimientos políticos y sociales que ameritan profunda meditación. Sobre todo, en virtud de que luce como si se estuviera creando un movimiento, que como expone magistralmente el querido amigo Fernando Mangual, podrían estar motorizando luchas o guerras contra lo que se denomina Estado Nación.
Y no es para menos, puesto que lo que está ocurriendo en muchos de estos países debe conducir a analizar y meditar, sobre si el rumbo que están tomando, conducen a esquemas de afianzamiento o disolución del concepto Estado Nación.
Por ejemplo: En Argentina, un país con una crisis integral, ganó Alberto Fernández, al que se le critica, que en vez de buscar soluciones internas, se fue a México a hablar de la integración a una Asociación recién creada, con el propósito de emancipar a América Latina.
En México, López Obrador realizaba una gestión sin mucha oposición. Con medidas que se consideraban favorables al pueblo, pero que afectaban grupos de poder. Y de buenas a primeras se complica la situación en Culiacán. Se produjeron enfrentamientos y disgustos, al extremo de que las fuerzas armadas entraron en contradicción con el presidente.
En Ecuador, Lenin Moreno estaba feliz con Correa en Bélgica, pero los indígenas salieron a las calles y armaron tremendo problema, debilitando al gobierno y obligándolo a eliminar algunas de las medias tomadas. En Brasil, Balsonaro estaba aparentemente tranquilo con Lula preso, pero cambió la situación al quedar en libertad, atacando a los ricos, y el pueblo se agitó y se está reagrupando. En Bolivia Evo lucia ganador, pero apareció un candidato que le ganó. Se agitó el país. Se vio obligado a renunciar y se asiló.
En Chile, considerado el paraíso de América, Piñera andaba a sus anchas y de momento la gente salió a las calles a protestar. Y de qué manera. Como si el pueblo estuviera organizado. Venezuela continúa en permanente lucha contra el Estado Nación. Los haitianos no pueden resolver sus problemas internos y todo ello se refleja en nuestro territorio.
En Estados Unidos, aparenta que el presidente puede ganar la reelección, pero surge un juicio político y le quita tiempo a su campaña. En España los grupos no se pusieron de acuerdo para formar gobierno. Nuevas elecciones que tampoco lograron mayoría. Y al parecer tendrán que hacer lo que no hicieron. En Alemania, los del Este están dando muestras de disgusto porque se sienten menospreciados. Las migraciones de América Central hacia Estados Unidos, al igual que las de África y musulmanes hacia Europa inquietan.
Todos estos acontecimientos podrían poner a pensar, si el concepto de Estado Nación que surgió tantos años atrás mediante el tratado de Westfalia en 1648, podría estar entrando en crisis o motorizando su recomposición.
Pero de cualquier manera que se mire, dichos conflictos tienen un origen de contenido social. A causa de las desigualdades. Porque aunque indudablemente el mundo ha mejorado, dentro del nuevo esquema de mejoría, las desigualdades aumentan y aceleran la irritación. ¿Será todo casual?