Sin derecho a los excesos

Sin derecho a los excesos

Lo que viene tendrá que ser diferente. Semana Santa 2021 deberá carecer de estrecha cercanía entre vacacionistas sin protección.

Y el estímulo alcohólico que dispara efusividades ha de ser visto como enemigo de la preservación de la salud colectiva. No caben excepciones a «la ley seca», como suele llamarse a la restricción del consumo de bebidas en lugares públicos durante el largo asueto.

Las multitudes para diferentes propósitos, pasado un año electoral con posterior multiplicación de contagios, son antesalas de picos epidémicos.

Es muy real el riesgo de que el virus SARS-CoV-2 encuentre muchas formas de extenderse de persona a persona si los viajeros se entregan, sin que pueda evitarse con autoridad, a aglomeraciones en balnearios, terminales y otros lugares de encuentros en rutas y diversión callejera con piscinas plásticas. Desbordada tendencia a disfrutar y a vengarse del confinamiento.

Todo lo edificado hasta ahora con gran esfuerzo para evitar niveles alarmantes en la transmisión viral que causa afecciones, gravedades y mortalidades, caería en retroceso en medio del contundente y costoso programa de vacunaciones que va a buen ritmo y con respaldo ciudadano, tras los escepticismos y renuencias que han sido sustituidos por confianza colectiva.

En esa misma dimensión debe mostrarse la aceptación generalizada de que la Semana Santa, a diferencia de anteriores, tiene que ser frugal, sin auge de imprudencias.

Los costos consulares

A pesar de los muchos compromisos con el cambio que se han suscrito con la sociedad dominicana, todavía existen las autonomías de sedes estatales en el exterior que prestan servicios burocráticos que solo deben ser extraordinariamente beneficiosos para los contribuyentes y para el propio fisco y sin embargo siguen siendo jugosas fuentes para el enriquecimiento desproporcionado y exclusivo.

Si hay una distorsión que merece repudio como concesión dañina al interés nacional, es auspiciar que las funciones consulares sigan sirviendo para llenar cuentas bancarias particulares en dólares y euros hasta constituirse en los cargos mejor remunerados por el Estado, superando en lucros de origen fiscal a muchos otros que, también acá, son verdaderas minas de oro. Nombramientos públicos que generan gruesas fortunas instantáneas.

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