Sin desperdicio

Sin desperdicio

La convincente voz del Episcopado Dominicano se ha levantado nuevamente para alertar sobre la necesidad de rescatar valores olvidados, relegados a pesar de que deben ser, en todo momento, la zapata que sustente a nuestra sociedad.

En una Carta Pastoral sin desperdicio, los obispos citan la penetración del narcotráfico en instituciones oficiales y se preguntan si semejante ocurrencia no pudo ser detectada y remediada a tiempo.

El hecho de que la impunidad ha dejado sin castigo los actos de corrupción es otra de las preocupaciones de los obispos, a la que añaden el hecho de que la Policía Nacional, cuerpo al que enrostran ineficiencia y extralimitados procederes, haya ido dejando de merecer la confianza de la sociedad. Los obispos comparten con la mayoría del país el criterio de que la sociedad no puede estar sometida al terror que imponen varios grupos y los que definen como un puñado de desalmados.

A la Conferencia del Episcopado le preocupa, según consta en la Pastoral, la falta de agilidad de la Justicia y el hecho de que todavía exista un elevado número de presos preventivos.

En otro aspecto, para los obispos es prioritario que sean resueltos los problemas que afectan los servicios públicos elementales y sean postergadas aquellas obras que, aunque importantes, requerirían la inversión de cantidades que no están al alcance de la economía actual del país.

Los obispos plantean la necesidad de que haya racionalidad y equidad en la política fiscal del Gobierno, así como manejo escrupuloso de los recursos.

-II-

En fin, los que han planteado los obispos son precisamente los puntos que han mantenido y mantienen ocupada la mente de la sociedad dominicana y que merecen respuestas objetivas y claras de parte el Estado.

La jefatura de la Policía, por ejemplo, es sincera al admitir que esa institución ha estada afectada de inmoralidad, y aunque señala que se trabaja para corregir la situación, no parece que se haga al ritmo que requiere la marcha de los acontecimientos.

El de los obispos es, sin duda, un reclamo a tono con las demandas de una sociedad que se siente insegura ante la delincuencia y la falta de respuestas adecuadas de las autoridades represivas; que se preocupa porque se piense en acometer grandes obras sin dejar debidamente resueltos los problemas de los servicios elementales, y que censura el alto grado de impunidad que impera ante hechos reñidos con las leyes.

La Carta Pastoral, sin duda, interpreta el sentir de la sociedad en sentido general, que vive sobrecogida por la justificada preocupación ante los acontecimientos de estos tiempos.

El de los obispos es un ejercicio pastoral que pretende el rescate de unos valores relegados en la misma medida en que predominan los antivalores que justifican los temores y las preocupaciones de todos.

Lo menos que puede esperar la sociedad, y con ella la Conferencia del Episcopado, es que las miras del Estado sean apuntadas hacia estos aspectos medulares para la aplicación de remedios efectivos y duraderos.

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