Vuelven a ser imprevisiones de alto riesgo el no uso de mascarillas en espacios bajo techo –sobre todo en los muy concurridos, permitir estancamientos de agua en los hábitats hogareños y favorecer con falta de higiene enfermedades infecciosas como el cólera aunque los peligros no parezcan aun de ostensible magnitud y letalidad en todos los casos. Además de la curva ascendente que manifiesta la covid-19, la ofensiva del dengue sobre la niñez pobre y la omnipresencia de severos gérmenes gripales que obligan a guardar lecho y ausentarse del trabajo, dejan fuera de sus penetrantes daños sociales a muy pocas familias.
El llamado de las autoridades a la administración de una quinta dosis contra las variantes de la pandemia tenaz de estos tiempos que resurge ya en casi todas las provincias equivale a un encendido de luz roja.
Virtualmente prohibido, en estas navidades, entrar desembozado al gentío de los aprecios personales o por convocatoria a espectáculos y celebraciones de mezclas heterogéneas. La pascua no debe ser oportunidad para que a los microorganismos, incluyendo bacterias, les sobren motivos para “celebrar” que muchos humanos indefensos queden más cerca para sus invasiones patológicas.
En el tiempo que queda de aulas abiertas los alumnados no deben estar a rostro descubierto; y las faltas de agua corriente para el lavado de manos y de suficiente ventilación, sobre todo en escuelas públicas, deben adelantar las vacaciones. Riesgos muy reales.