Sin política habitacional

Sin política habitacional

La función de todo Gobierno, como administrador del Estado, es proveer o facilitar soluciones para los problemas sociales. Sin incurrir en el paternalismo de regalar los bienes, todo Gobierno debe poner al alcance de las familias pobres la asistencia médica, como efectivamente se hace con la seguridad social, y la vivienda, como evidentemente no se hace en este país.

Cuando el Gobierno invierte dineros del erario en grandes torres y construcciones lujosas, no está contribuyendo a resolver el grave déficit habitacional que padece la sociedad dominicana. En la política social del Gobierno no está incluida la vivienda para familias de bajos ingresos, a pesar de que es uno de los grandes problemas que tenemos que enfrentar y resolver. La vivienda de interés social, con plazos cómodos de pago, debería estar entre las prioridades.

De los períodos de mandato de Joaquín Balaguer nos quedan muchas urbanizaciones hechas para gente de escasos recursos. Lo único reprochable es que estos inmuebles se adjudicaban por clientelismo político y muchos de los beneficiarios jamás pagaron por las propiedades. Pero no hay duda de que a estas alturas esas casas son una solución habitacional. Es necesario que el Gobierno trace una verdadera política habitacional de interés social, libre de clientelismo y en la que cada parte cumpla los compromisos asumidos.

Llegaron llenos de patriotismo…

Esta fecha trae al recuerdo uno de los capítulos más dramáticos en la lucha contra la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo. Fue un día como hoy, en 1959, que un puñado de valientes del entonces Movimiento de Liberación Dominicana, en el exilio, incursionaron por Constanza, Maimón y Estero Hondo, en una operación de guerrilla que puso al desnudo, ante América y el mundo, la extrema crueldad del régimen que  entonces usurpaba el poder.

A quella gente que se inmoló tenía un arraigado patriotismo y suficiente valor como para correr la aventura de intentar vencer a todo un ejército regular y sanguinario. Su gesta tuvo por éxito continuar marcando el epílogo de una historia sangrienta que se prolongó 31 años, y que costó vidas y sufrimiento a toda la familia dominicana. Ellos sabían que la victoria no era posible en el mismo campo  de batalla, sino un tiempo después.

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