Cuando de crear más puestos de trabajo se trata para reducir el desempleo como serio problema social, el Estado debería echarse a un lado para concentrarse en políticas que permitan al sector privado jugar ese papel como ya lo hacen en apreciable proporción las empresas de turismo y zonas francas receptoras de una alta y productiva inversión extranjera directa gracias a tratamientos fiscales favorables y fecundos. No obstante, su aporte no basta para el gran número de dominicanos que anualmente ingresa a la edad de trabajar. Preocupantemente, en los últimos años el crecimiento de la burocracia estatal, de insuficiente calidad, ha superado el ritmo a que se expanden las nóminas privadas que para el 2023 llegó al 4.5%. El gentío que llena espacios de la súper maquinaria oficial ha estado alcanzando mayor dimensión cada vez en un 6.4%.
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Sin computar lo que por cuenta propia contratan macro- entes autónomos y descentralizados del sistema eléctrico, la refinación de hidrocarburos, el INDRHI, la CAASD, Inapa, APORDOM y Correos; más el extendido apoyo con fondos del escuálido Erario dirigidos a transportes públicos, cooperativismo y a otras áreas. Al mando de todas ellas, con pocas excepciones, se llega generalmente bajo criterios políticos y partidarios que las elecciones energizan. Y para no quedarse fuera, el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, admite que ese cuerpo resulta demasiado grande. ¡Amerita una poda! que libre a los contribuyentes de un peso enorme.