Sin varas diferentes

Sin varas diferentes

El 27 de febrero de 2013, cuando rendía cuentas al país por el segmento de su gestión agotado desde agosto de 2012 hasta ese día, el Presidente Danilo Medina dio el primer paso hacia la revisión del contrato suscrito entre el Estado dominicano y la empresa canadiense Barrick Gold. Y arrancó ovaciones y reconocimientos. A partir de ahí, un uso atinado de la diplomacia y de sus facultades de Presidente garantizó el éxito pretendido, para que el país recibiera mejor trato por la explotación y venta del oro de Pueblo Viejo.

Las mismas facultades y actitud de diálogo de entonces serían valederas para revisar cualquier acto, inadmisible o no, intervenido por el Estado con cualquier otra parte, o extranjera. De ese modo, el mismo Congreso que fue capaz de revisar el contrato de la Barrick estaría en condiciones de revisar el contrato de los peajes de Samaná y Las Terrenas, si el Presidente, valiéndose de sus facultades, hiciera una solicitud en ese sentido.

El pago del peaje de Samaná y Las Terrenas es parte de un contrato que podría ser modificado para aligerar los costos, si el Gobierno se propone lograrlo para acoger la petición de sectores de esa zona turística, que consideran que el precio del derecho de circulación perjudica el mercado turístico de allí. La misma vara usada para el contrato de la Barrick serviría en este caso.

LITIS ENTRE LUCES  Y SOMBRAS

La alfabetización de 143 internos del penal de La Victoria es un hecho de gran mérito, pues pone en las vidas de esas personas una luz que había estado apagada, lo que, probablemente, ha influido en las circunstancias que les hicieron entrar en conflicto con la ley. Siempre ocurrirá que la persona iletrada estará en riesgo de ir a parar a una cárcel, sea por comisión o por omisión.

Pero en el caso de estos internos de La Victoria las autoridades no pueden evitar que la obra de alfabetizarlos quede ensombrecida por las condiciones infrahumanas del encierro. Aquí entran en riña inevitable el reconocimiento del derecho al conocimiento y el desconocimiento del derecho a un trato digno. Es oprobioso encerrar a miles donde solo caben cientos. Esperamos que, al poder disfrutar del derecho a saber leer y escribir, estos internos aprendan a exigir que les reconozcan otros derechos amparados por la ley.

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