Sindrome de “Burn out” ¡Estrés al límite!

<SPAN>Sindrome de “Burn out” </SPAN>¡Estrés al límite!

Para nadie es un secreto que la enfermedad del siglo es el estrés; desde bebés hasta ancianos, todos se ven envueltos en esa nebulosa de histeria que logra enfermar no solo la mente sino el físico. Periodistas, maestros, ingenieros y médicos, son los que sufren con más desenfreno los estragos del estrés.

POR ANNA JIMENEZ
De ahí surge el síndrome de “burnout”, también llamado síndrome de “estar quemado” o de desgaste profesional, lo que se considera como la fase avanzada del estrés profesional, y se produce cuando se desequilibran las expectativas en el ámbito profesional y la realidad del trabajo diario.  Este síndrome es un mal invisible que afecta y repercute directamente en la calidad de vida y fue descrito por Maslach y Jackson, en 1986, como un síndrome de agotamiento profesional, despersonalización y baja realización personal, que puede ocurrir entre los individuos que trabajan con personas.  La forma de manifestarse se presenta bajo unos síntomas específicos y estos son los más habituales:

Psicosomáticos: Fatiga crónica, trastornos del sueño, úlceras y desórdenes gástricos, tensión muscular.

De conducta: Absentismo laboral, adicciones (tabaco, alcohol, drogas).

Emocionales: Irritabilidad, incapacidad de concentración, distanciamiento afectivo.

Laborales: Menor capacidad en el trabajo, acciones hostiles, conflictos.

Existe un grupo de personas que sintomáticamente puede padecer esta enfermedad, estos son los profesionales con contacto con personas, como el personal sanitario, de la enseñanza, asistentes sociales, etc. y que según Maslach son los profesionales de ayuda.

Para su medición, el método más utilizado es el Inventario Burnout de Maslach, que está formado por 21 ítems, en los que se valoran el cansancio emocional, la despersonalización y la realización personal.

Las neuronas, sus conexiones y los metabolismos implicados en su actividad, no son ni intangibles ni irreales, si consideramos las consecuencias igualmente físicas que se siguen de su deterioro, al que se llega cuando hay una violencia sociopsicológica (o mejor neurológica) continuada y probablemente en menor grado, también desde que esta se inicia.

Por tanto, la disyuntiva que el Código Penal establece entre efectos, lesiones o daños físicos y psicológicos, debería modificarse y en tanto se mantenga considerar que el psicológico no es una categoría complementaria que implique la negación de la otra, es decir, del daño físico, sino un nivel jerárquico superior que añade al daño físico (que lo hay en toda afección neuropsicológica), los daños morales a través de la percepción cognitiva, de las sensaciones y especialmente añade hoy por hoy la irreversibilidad de los déficits provocados.

Además de evidenciar que un ambiente desestructurado o sobreexigente de atención o de gestión de información desorganizada lo es porque alguien decide que así se mantenga, ya que todos estos problemas tienen solución y alguien siempre tiene la responsabilidad de que se utilicen los necesarios recursos para garantizar el adecuado rendimiento laboral, otra exigencia de investigar ante todo diagnóstico de Burnout las hipótesis alternativas de que exista un agente causal de tipo “mobbing”, “bullying” o “bossing”, se sigue de la coherencia de esta explicación del síndrome de Burnout con su alta frecuencia en ambientes donde se exige una elevada atención y constantes tomas de decisiones, pero no porque tales ambientes sean los agentes causales (los agentes causales son quienes conociendo los riesgos que supone su desestructuración, no la corrigen o hasta la generan).

Estos ambientes actúan como tests de un conflicto que afecta a la limitación de la memoria a corto plazo (LMCP), en tanto que el PTSD puede pasar inadvertido en los ambientes donde no se utiliza el máximo de la LMCP, pero no en aquellos donde se han establecido estándares de rendimiento sobre los máximos conocidos, como son los hospitales y los centros educativos. En estos trabajos, donde la atención debe ser continuada, una mínima reducción del LMCP imposibilitará el desarrollo habitual de la actividad laboral y serán por tanto los ambientes de máxima detección de estos trastornos, que en actividades de menor exigencia cognitiva podrán no afectar a los niveles de rendimiento medidos a través de stándares no cognitivos y por ello no serán detectados. En este sentido, el síndrome de Burnout podría identificarse como un indicador de la existencia de un PTSD.

En países como la República Dominicana el manejo del estrés en la clase médica es una utopía, ya que es habitual el pluriempleo y el exceso de pacientes en consultas. Las embarazadas especialmente se ven afectadas, cuando están cursando sus respectivas especialidades, ya que solo le permiten 15 días de recuperación post parto.

Se debería legislar para que los médicos cuiden de sí mismos, como se entregan a recuperar la salud de los demás. Todos saben que no hay peor paciente que el médico en sí mismo.

Mañana, que celebramos el “Día de los Médicos”, galenos hagan un alto en el camino, reflexionen sobre ustedes, cuídense, háganse un chequeo general, piensen que para salvar vidas, deben comenzar cuidando las de ustedes.

Evidencias

Las evidencias que afectan al individuo en el inicio de la aparición de esta enfermedad se reconocen en varias etapas y son:

1.- Exceso de trabajo

2.- Sobreesfuerzo que lleva a estados de ansiedad y fatiga

3.- Desmoralización y pérdida de ilusión

4.- Pérdida de vocación, decepción de los valores hacia los superiores.

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