Síndrome de Pinocho

Síndrome de Pinocho

Carlo Collodi escribió un cuento infantil para denunciar la mentira. Utilizó como protagonista a un títere de madera que llamó Pinocho. Por la metáfora de Collodi, algunos estudiosos de la mente humana han designado como “síndrome Pinocho” a la compulsión incontenible que sufren algunas personas para mentir.

Para entender esta afectación resulta aleccionador sentarse a revisar las primeras páginas de la prensa dominicana durante una semana. Cualquier semana sirve, pues los problemas graves de la población y las mentiras de los funcionarios se repiten indefinidamente. Asimismo, se mantiene la indiferencia del Gobierno por los problemas sociales sin poder ocultar sus ansias por más impuestos para despilfarrarlos.

Un claro ejemplo: la epidemia del cólera ha establecido residencia en el territorio nacional y el Presidente, en vez de dedicarse a vencer ese flagelo, se va de viaje y, por allá, dice que en el país esa enfermedad no tiene incidencia. Habló mentiras a sabiendas por el síndrome de Pinocho que lo afecta. Mientras el Presidente mentía, el ministro de Salud Pública declaraba que las víctimas mortales eran el triple de la cantidad expresada por su jefe. Asimismo, pedía fondos para mejorar los servicios de agua potable en todo el país como forma de frenar la epidemia. Pero el incansable viajero prefiere tomar préstamos y desflecar los presupuestos de Salud y de Educación para poder darles un paseíto en Metro a los legisladores el 27 de febrero de 2012.

Las inclemencias de esta temporada de lluvias descubren y desnudan las trampas de la corrupción en los costosos y aberrantes elevados que ya se inundan por arriba y por debajo. Los mentirosos no se cansan de gastar en obras de infraestructura para el tránsito, aunque lo único que han logrado es dañar lo que funcionaba y empeorar el flujo de vehículos. No en balde ahora muere más gente en accidentes de tránsito que nunca antes en la historia.

El sector eléctrico junto al Metro y el Corredor Duarte se están comiendo lo poco que le quedaba al país. Los servicios son peores aunque las comisiones de los funcionarios son mayores.

La ingobernabilidad se refleja en la arrogancia expresada por los sectores empresariales privados en torno al cumplimiento de las leyes. Los desplantes se hacen más violentos porque su justificación radica en la incapacidad del Gobierno para servir lo que la ley lo obliga. ¿Qué tiene que estar la ministra de Educación llamando al diálogo con los colegios privados? Ella sólo tiene que cumplir con lo que establecen la Constitución y las leyes. Lo demás es plumas de burro. Estas actitudes complacientes son las que hacen sospechar que existe complicidad entre el Gobierno y los empresarios de los colegios. De ninguna otra manera podría entenderse tanta complacencia al margen de las leyes.

Entretanto, la Policía Nacional continúa aplicando la pena de muerte a su antojo sin que las víctimas hayan sido siquiera identificadas formalmente o interrogadas por la autoridad correspondiente. Primero matan y después identifican.

Al mismo tiempo el presidente Fernández continúa reculando en sus decisiones más alocadas. Emitió una orden especial para que su alcancía de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, junto con los insaciables empresarios brasileños, se beneficiaran de un contrato de casi 400 millones de dólares. Adjudica tanto dinero sin un estudio básico ni contar con parámetros básicos para un presupuesto. Fue tan brutal y descarada esta medida que el Presidente tuvo que, de nuevo, recular luego de ser descubierto en su trampa.

Debemos llegar a la conclusión de que a estos gobernantes no les interesa resolver los problemas del país. Ni la electricidad, ni el transporte, ni la salud, ni la educación, ni la vivienda mi la alimentación. Todo lo han desmejorado como si hubiera sido de maldad. Con decir mentiras les basta.

Para colmo este Gobierno se ha lanzado a la alucinante tarea de convencer a un tribunal internacional que el profesor Narciso González se suicidó y escondió su cadáver. Esta brutal mentira ha sido diseñada para exculpar al Gobierno de Balaguer de las responsabilidades ese crimen. Porque el presidente Fernández prefiere criticar a Bosch, pero nunca a Balaguer.

Así transcurre una semana cualquiera en este país gobernado por Pinochos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas