El síndrome del hambre oculta se refiere a la deficiencia de micronutrientes, es decir, la carencia de vitaminas y minerales que no se obtiene en la dieta que sí es alta en kilocalorías o macro nutrientes.
Carmen Amezcua, médico psiquiatra con experiencia en los trastornos nutricionales, explica que las carencias de los micronutrientes pueden provocar, como consecuencia, problemas de obesidad, osteoporosis, contribuir al desarrollo del síndrome metabólico (el cual es un grupo de cuadros que ponen en riesgo a las personas de desarrollar una enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2), así como aumentar las posibilidades de padecer enfermedades inmunológicas, e incluso cáncer.
Auge del problema. Amezcua sostiene que el auge de este síndrome se debe en gran parte a la transición nutricional que se vive en estos tiempos.
Asegura que la mayoría de la población ha dejado de lado comer el productos naturales provenientes de la tierra, como los vegetales, para comer comida procesada e industrializada, la cual contiene elevadas cantidades de grasas saturadas así como carbohidratos, elementos que favorecen la obesidad.
Prevenir. La especialista explica que se debe empezar a educar y concienciar a la población sobre este tema, recordando que para combatir este problema no basta con cambiar la dieta.
Comenta que para enfrentar este mal es necesario hacer un cambio de hábitos que afectan la salud, como son el tabaco y el sedentarismo, así como el estrés y el alcohol, los cuales -según explica- contribuyen a una pérdida considerable de nutrientes y vitaminas.
Afectados. La especialista comenta que lamentablemente las personas que están en los “extremos de la vida” (niños y ancianos) son los más propensos a padecer esta “hambre oculta”, debido a que dependen más de la dieta familiar.
Sostiene que a raíz de que muchas familias están dejando fuera de sus despensas alimentos tan importantes para el desarrollo como los lácteos, (ricos en calcio), así como alimentos ricos en gluten, que contienen elevadas cantidades de vitaminas B, está mermando la calidad de la alimentación infantil y de los ancianos, provocando estos cambios en las dietas, la falta de vitaminas.
La especialista también advierte que la falta de los micronutrientes esenciales afecta de diversas maneras al ser humano; por ello la importancia de estos para el organismo.
Entre los estragos más connotados de este síndrome figuran, según menciona: anemia, fatiga crónica, falta de energía, problemas de concentración y daños a nivel cerebral..