En nuestra sociedad, las palabras y actitudes hacia las mujeres pueden reflejar profundas desigualdades y falta de respeto. Casos recientes, como el del diputado dominicano, Eugenio Cedeño, quien afirmó durante una entrevista que, si quiere embarazar a su mujer, lo hará, aunque ella no quiera quitándose el preservativo durante el acto sexual, tema abordado por el nuevo Código Penal, que se debate en la Cámara baja para su modificación y que fue aprobada en el Senado, evidencian cómo estas expresiones perpetúan la objetificación y el control sobre la mujer.
En países latinoamericanos está profundamente arraigado hacer comentarios o dar piropos sobre la apariencia de una mujer, que en muchas ocasiones se presentan como halagos cuando en realidad refuerzan estereotipos de género y como un objeto.
Un piropo es un comentario o halago que se hace a alguien, generalmente para expresar admiración o aprecio. Suele ser un cumplido sobre el aspecto físico de la persona o sobre su carácter. En muchos contextos, el término «piropo» puede tener una connotación positiva, como un cumplido sincero, pero en otros, puede ser percibido como invasivo o inapropiado, especialmente si se hace de manera inapropiada o sin el consentimiento de la persona a la que se dirige.
Todo esto tiene un impacto negativo en la mujer, debido a que genera inseguridad, reducción de su valor a la apariencia física e invasión de su espacio personal provocando efectos psicológicos y emocionales, tales como: baja autoestima, ansiedad, estrés, seguimiento de invasión de la privacidad, desconfianza y efectos en la salud mental.
La diferencia entre un piropo y un acoso radica principalmente en la naturaleza del comentario, el contexto en el que se hace, y la respuesta de la persona a quien se dirige.
Un piropo es un comentario o halago dirigido a alguien, que suele ser un cumplido sobre su apariencia física, carácter o comportamiento. Generalmente, se hace con la intención de halagar o expresar admiración. La intención puede ser bienintencionada, aunque puede no ser siempre apreciada por la persona a quien se dirige.
El acoso implica comportamientos repetidos e indeseados que son invasivos, molestos o intimidantes. En el contexto del acoso sexual, incluye comentarios, gestos o comportamientos que crean un ambiente hostil o incómodo. El acoso puede ser intencionalmente hostil, intimidatorio o manipulador. Su objetivo es a menudo crear una sensación de incomodidad, vulnerabilidad o sumisión en la persona objetivo.
Los medios de comunicación y la cultura popular juegan un papel crucial en la perpetuación o en el desafío de la objetificación de la mujer. La representación de las mujeres en películas, música y publicidad puede reforzar estereotipos y normas de género o, por el contrario, ofrecer nuevas perspectivas que cuestionan y desafían la cosificación.
Constantemente vemos a las mujeres en las películas, programas de televisión, música, videos y revistas como un objeto, adorno o como un deleite de los personajes masculinos, en roles secundarios y sexualizadas en vez de narrativas emprendedoras que luchan por sus derechos y defienden sus valores, roles protagónicos o una gama más amplia de tipos de cuerpo, edades, colores y estándares de belleza.
Los medios de comunicación y la cultura popular tienen el poder tanto de perpetuar como de desafiar la deshumanización de las mujeres. Si bien existen muchas representaciones que refuerzan estereotipos y normas de género, también hay un movimiento creciente hacia una representación más inclusiva y empoderada.
En el futuro que anhelamos construir, el respeto y la igualdad no serán solo ideales, sino principios vividos y celebrados en cada rincón de nuestra sociedad. Imaginamos un mundo donde la inclusión y el empoderamiento sean las piedras angulares de nuestras interacciones, un lugar donde cada persona, sin importar su género, origen o identidad, se sienta valorada por su esencia y contribuciones únicas.
En lugar de perpetuar estereotipos dañinos, invitamos a promover contenidos que reflejen la diversidad en toda su riqueza, resaltando a las mujeres no solo por su apariencia, sino por su talento, logros y carácter. Esta sociedad futura será una en la que la equidad prevalezca, donde cada individuo tenga la oportunidad de brillar auténticamente y donde el respeto mutuo sea el estándar en todas nuestras relaciones.