POR CARMEN HEREDIA DE GUERRERO
Con la llegada al país en 1948 de la profesora húngara Magda Corbett recientemente fallecida, la Danza Clásica en el país inicia su lento, pero continuo desarrollo. Nuevos aires de apertura vive el país tras el derrocamiento de la tiranía, a mediados de los años sesenta, cuando llega desde Cuba otra importante figura, Clara Elena Ramírez, quien da un nuevo impulso a la danza, creando la academia que lleva su nombre.
En 1974, Irmgard Despradel, ex alumna de estas dos profesoras, crea el Ballet Santo Domingo. Para finales de la década de los setenta, la danza clásica se encuentra en pleno desarrollo. En estos años las presentaciones de las academias de las profesoras señaladas y sus principales bailarinas, dominan la escena dominicana.
Otras figuras importantes que destacan en este período son, Eladia de Cuello, cuya Escuela Ana Pavlova, realiza excelentes montajes, y la Escuela de Ballet Ana Grullón de Pellerano.
Tres ballets presentados en este período marcan definitivamente el nuevo rumbo de este arte. Irmgard Despradel lleva a escena Coppelia en 1978, Magda Corbett monta La Cenicienta, en 1979, y ese mismo año Clara Elena Ramírez presenta La Bella Durmiente.
En 1978 se produce un hecho significativo que daría un nuevo giro al ballet en nuestro país, la creación del Ballet de Bellas Artes, que agrupaba a las principales figuras de las Academias de Magda Corbett y Clara Elena Ramírez. Posteriormente el grupo cambia de nombre y se convierte en el Ballet Clásico Dominicano.
El acontecimiento más importante en la historia del ballet en República Dominicana, se produce en enero de 1981, con la creación del Ballet Clásico Nacional, mediante decreto del presidente Antonio Guzmán Fernández.
De esta manera el ballet se hace profesional. Se designa como director a Eduardo Villanueva y como sub-directoras a las profesoras Magda Corbett y Clara Elena Ramírez. El debut de la nueva compañía estatal tiene lugar en Bellas Artes en marzo de ese mismo año.
En el mes de julio de 1981, Clara Elena Ramírez crea Ballet Concierto Dominicano, agrupación no oficial que reúne a las principales bailarinas de su academia, para así darles una proyección más profesional. El nuevo grupo se presenta por primera vez en el Teatro Nacional con un programa que incluye Las Variaciones de Verdi y Carmina Burana, coreografiadas por Carlos Veitía.
Dos importantes eventos tienen lugar en octubre de 1983: el Primer Encuentro Nacional de Escuelas de Ballet y Danza, en la ciudad de Santiago, propiciado por Armando Villamil, bailarín, profesor y coreógrafo panameño, de gran incidencia en nuestro ballet, y la celebración de Interamericano de Ballet 83, con la participación del Ballet Santo Domingo, dirigido por Irmgard Despradel y las estrellas del Ballet de San Juan de Puerto Rico, dirigido por Ana García, que trae como principales figuras a los destacados bailarines Ana María Castañón y Miguel Campanería. El Ballet Santo Domingo estrena El Hijo Pródigo, coreografiado por la profesora Despradel.
En 1984 el Ballet Clásico Nacional contrata a la profesora Nelly Golovina, solista por más de 20 años del Ballet Bolshoi, la figura de mayor nivel que haya venido al país a ofrecer sus conocimientos. El Ballet Nacional vive uno de sus mejores momentos.
La profesora Golovina presenta una histórica función llamada Los Grandes Clásicos, que fue repuesta diez veces, caso único hasta ese momento debido a su gran éxito.
En 1985 la compañía contrata al primer bailarín panameño, Guillermo Tribaldos, quien realiza el montaje de los pas de deuxs, Diana y Acteón, Romeo y Julieta, La muerte del Cisne y el segundo acto del ballet Raymonda.
Durante los años 1984-1985 y 1986, el ballet dominicano representado por el Ballet Clásico Nacional, estuvo presente en las tres Conferencias de Especialistas en Ballet, patrocinadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la gran ballerina Margot Fonteyn, celebradas en Panamá, Buenos Aires y Caracas. Carmen Heredia de Guerrero representó al ballet estatal en su calidad de directora de la institución.
La danza dominicana entra en un período de gran desarrollo en el que destacan verdaderos coreógrafos nativos: Juan Fidel Mieses, Carlos Veitía, Eduardo Villanueva, Irmgard Despradel y Chiqui Haddad. Por su parte, Patricia Ascuasiati emerge como una gran hacedora de danza y presenta el primer ballet completo experimental- con el tema folclórico La leyenda de Mandé (1984). Antecedentes de ballet con música folclórica, tenemos, a la Suite Quisqueyana y Merengues Estilizados presentados por Magda Corbett en los años sesenta y posteriormente, Clásicos de Dominicana y Al Son de los Atabales (1981) de Carlos Veitía.
El Ballet Nacional viaja a México en 1982, su primera presentación fuera del país; posteriormente, en la década de los noventa se presenta en Puerto Rico, Panamá y Miami. En 1989 el Ballet Santo Domingo participa en el VII Festival Internacional de Ballet de Trujillo, Perú, con los bailarines Pastora Delgado y Juan Calderón, y en 1991 Ballet Concierto participa en la VIII versión de dicho festival, con los primeros bailarines Mercedes Morales y Víctor Ramírez, los cuales obtienen medalla de bronce como dueto de ballet clásico.
Un hecho importante para el desarrollo de la danza es la creación de la Escuela Nacional de Danza en 1990. Sin embargo, sólo años después comienza su funcionamiento, bajo la dirección de Miriam Bello.
Importantes figuras de la danza cubana llegan al país para impartir docencia y realizar montajes. Diana Díaz laboró para el Ballet Nacional al finalizar los ochenta. En 1993 esta institución contrata al bailarín cubano Armando González y en 1994, a la profesora Aida Villoch. La bailarina y profesora Zenaida Terrero, pasa a formar parte de la institución estatal a partir de 1990.
En enero de 1994, la Academia de Magda Corbett presenta una nueva versión del ballet La Cenicienta, llevando como bailarina principal a Michell Jimenes; en nuestra crítica a este espectáculo señalamos: Ha nacido una estrella. El tiempo nos ha dado la razón y hoy Michell Jimenes es la más alta representación de la danza dominicana, primera ballerina del Ballet de Washington.
El nuevo siglo presenta una danza consolidada, el Ballet Nacional y Ballet Concierto siguen siendo las instituciones más importantes. En 2002 se presenta en producción del Teatro Nacional la cantata escénica Carmina Burana con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Nacional y el Ballet Nacional, dirigido por Carlos Veitía, responsable de la coreografía.
Esta presentación es un hecho importante sin precedentes en nuestra danza, al unir en un espectáculo clásico, música, coral, solistas y danza. El Teatro Nacional hace tradición junto al Ballet Nacional, con la presentación del ballet Cascanueces, coreografiado por Carlos Veitía durante los años 2000-2003.
BALLETS CON TEMAS HISTÓRICOS
Desde la época de la profesora Ana Grullón de Pellerano, con su ballet María de Toledo, los temas históricos han sido llevados a la escena por nuestros coreógrafos. El más impactante de estos ballets por su elaboración y significado ha sido Las Hermanas Mirabal, de Eduardo Villanueva, estrenado en 1980.
Más adelante, el coreógrafo dentro de esta línea, presenta sus ballets Salomé Ureña (1981) y María Trinidad Sánchez (1982). Irmgard Despradel, en 1981, presenta La Prisionera del alcázar sobre la obra de Manuel Rueda y música de Manuel M. Miniño, y más adelante Juana Saltitopa y Lemba. Carlos Veitía lleva a escena La leyenda de Jimenoa en 1989.
Patricia Ascuasiati se inspira en la carta del Coronel Fernández Domínguez y produce un hermoso ballet en el 2005, merecedor del premio Casandra de ese año. Elizabeth Crooke, incursionando en la coreografía, presenta Concepción Bona en este año.
BALLET TEATRO
Al iniciar la década de los noventa, las corrientes interdisciplinarias (Ballet-teatro) que se vienen desarrollando desde tiempos atrás, tienen influencia en nuestros coreógrafos. Dentro de esta manifestación podemos citar el ballet, Los Siete sueños de Meuda San, con dramaturgia de Juan Carlos Mieses, coreografía de Marili Gallardo y dirección de Félix Germán, estrenado en Nuevo Teatro, en 1990.
Raúl Valdez y su taller creativo en 1990, presenta en Casa de Teatro Bloques del Presente, magnífico trabajo que reúne artistas de gran calidad, como David Armengod en la música, la voz de Patricia Pereyra y a César Olmos, en la dirección de la parte dramatizada.
La segunda versión del ballet Carmen, de Carlos Veitía, se inscribe dentro de esta corriente. En colaboración con Félix Germán y Juan Carlos Mieses, cuyos hermosos versos en la voz de María Castillo, dan sustancia al entorno de Carmen, el nuevo ballet de Veitía toma una nueva perspectiva.
ACADEMIAS DE DANZA
La Academia de Jeanette Lantigua labora desde hace muchos años, en 1995 presentó Invitación a la Felicidad. Articentro, dirigido por Miriam Bello desde los ochenta, ha realizado una excelente labor en la formación de bailarines, principalmente masculinos.
El Ballet Clásico Alina Abreu se crea en 1985 y durante sus primeros años realiza presentaciones infantiles, luego sus funciones adquieren un nivel profesional. En 1993 presenta El Lago de los Cisnes, Copelia (1995), La Bella Durmiente (1997), Sueño de una noche de verano (2000), Giselle (2003), Lago de los Cisnes (2005). Al finalizar la década de los noventa el Ballet Clásico Alina Abreu inaugura sus nuevas instalaciones, magnífica infraestructura, una de las mejores de toda Latinoamérica. En el 2003, Abreu lleva a efecto en el Teatro Nacional la V Asamblea General de la Alianza Mundial de la Danza.
En 1994, Marinella Sallent, crea Danzarte, anteriormente Academia de Ballet Magda Corbett, -Naco-. La nueva institución, que funcionó por algunos años, se proyectó con mucha profesionalidad; inicia intercambios con la Escuela Cubana de Ballet, adquiere los servicios de Aida Villoch y la resultante son las excelentes presentaciones que lleva al Teatro Nacional y Bellas Artes, entre ellas: Giselle (1996), Majísimo (1997), Las Sílfides (1998) y La Fille Male Gardée (1999), en la que destaca Stephanie Bauer, otra de nuestras figuras internacionales, perteneciente hoy al ballet de Julio Bocca.
En la ciudad de Santiago, la academia de la profesora Norma García, ha desarrollado una importante labor demostrada en sus frecuentes presentaciones. Y más recientemente aparece el Ballet Contémpora, bajo la dirección de Alfa Rodríguez. En San Francisco de Macorís se encuentra la escuela de la profesora María Luisa Bueno.
La primera ballerina Pastora Delgado inaugura la Academia de ballet Los Prados en 1998. Ha realizado presentaciones de carácter infantil: Cascanueces, 1999 y 2001, Hanzel y Grethel, en el audiorio de Casa San Pablo, Coppelia en 2004, y Cenicienta en 2005, en la Sala Manuel Rueda.
La Escuela Superior de Ballet, dirigida por Ninoska Velásquez, presenta sus ballets infantiles en el Teatro Nacional: Pulgarcita (1994), El Canto del Ruiseñor (1996), Cascanueces, y posteriormente, La pequeña Lulú en 2002.
Karina Cuello, hija de la recordada profesora Eladia de Cuello, reabre en 1996 la Academia Ana Pavlova, fundada por su madre. Entre sus presentaciones se encuentran: El Bosque encantado (1998), La dulcería de don Pirulín (2001) y La casa de las muñecas (2004), ésta última en el Teatro Nacional
Otras academias que vienen desarrollando un apreciable trabajo son: la de Doris Infante, Ximena Quintana, en Casa de Teatro, y Ecos, Ritmos de Danza, dirigido por Awilda Polanco.
BALLET ROTO
Mercedes Morales y Víctor Ramírez, dos de las principales figuras de nuestra danza, fundan en 1993 Ballet Roto. Esta nueva perspectiva de la danza y su alto nivel, ha quedado demostrada en sus frecuentes presentaciones. Entre las más sobresalientes se encuentran Paréntesis (1994), Pasos (1995), Juana la loca (2000), Rodeados(2002) y La Boda(2005).
Ballet Roto participa en octubre de 1994, en el Segundo Festival de Danzas de Mercosur, celebrado en Bento Goncalves, Brasil, y recibe el Galardón de Estilo, siendo este premio el segundo recibido por Mercedes Morales y Víctor Ramírez.
COREÓGRAFOS
– SUS OBRAS
Juan Fidel Gautreaux: Parandrés (1982), Juegos, Fantasías y Secuencias en Sol menor (1983), versión Variaciones de Don Quijote (1982), El Vórtice de los Sentidos (1984), Viva Kachturian (1992).
Carlos Veitía: Concertino, Tarantela, Ionización, Bolero (1980). Más Luz (Bolero, 1987), Hora Cero (1989), Caribe (1989), Persiguiendo Sombras (1993), Amazonia (1996), así como sus versiones de los grandes ballets clásicos Cascanueces, Don Quijote, Bella durmiente, La Cenicienta.
Irmgard Despradel: Saga del Barón del cementerio (1985), Pájaro de Fuego, (1986), Silvia (1987), Scaramouche, Fiesta, El trono de Abomé y El toro y la luna (1988), La isla (1989), El diablo a las 5 (1990), Bernardette (1991), Entre el viento y el mar (1992), El cóndor pasa y Orfeo y Eurídice (1993), Punto Dorado (1994), Il signo di Volare (1999).
Eduardo Villanueva: La Consagración de la Primavera, Sorprendidos por el Sol y Homenaje a Isadora Duncan (1981), Medea y Cuatro temas en movimiento (1987), La Danza del Fuego (1991).
Patricia Ascuasiati: El Invierno (1984), El Vals del Emperador (1987), Suite Recuerdos de la infancia (1989), Las cuatro estaciones de Vivaldi (1990), El amor brujo (1996), Carmen, Vida y milagros de las urbes (1998), Plenilunio (1999).
Guillermo Cordero: Ludwig, Entre Dos y Bañada de Luz (1989), Una mujer (1991), Sombras (1994).
Chiqui Haddad: Ataduras (1983), Retrato en blanco y negro (1993).
En el año 2004 se inaugura la Galería de la Danza en el Teatro Nacional, en la que se rinde homenaje a los artistas de la danza de nuestro país. En ese mismo año se pone en circulación el libro Espacios de Teatro y Danza y otros Espacios, escrito por la autora de este artículo, en el que recoge parte de los últimos veinticinco años de danza en el país.
Los bailarines de ayer han construido la historia, la nueva generación asegura el futuro de nuestro danza.