Sintra, una mirada al cielo

Sintra, una mirada al cielo

Desde Lisboa, la capital de Portugal, hay autobuses que llevan hasta Sintra, pero el tren es una opción directa y cómoda. En la estación de Sete Ríos, que conecta con el metro del Parque Zoológico, hay trenes frecuentes que en poco más de media hora nos acercan a esta villa histórica.

El encanto de Sintra se encuentra tanto en días de pleno sol como en los románticos días nublados, en los que desde lo alto del Palacio Nacional de Pena la neblina desciende sobre la ladera del monte hasta coronar los tejados de las casas.

Su especial situación ofrece unos cambios radicales de temperatura de la zona sur a la norte. Mientras en las playas cercanas el sol tuesta la piel, en el interior la bruma obliga a llevar una chaqueta.

El compositor alemán Richard Strauss, el escritor y poeta danés Hans Christian Andersen y hasta Lord Byron recorrieron sus calles, elogiaron sus espacios y pasaron temporadas entre sus habitantes.

VISTA HACIA LA COLINA

Su distribución sobre una colina obliga a alzar la vista para mirar las quintas que se hacen un hueco entre el paisaje boscoso, para descubrir desde la Plaza del Palacio Nacional de Sintra las chimeneas que lo adornan y el Castillo dos Mouros.

La sierra de Sintra, declarada en 1995 Patrimonio Mundial por la UNESCO, se erige sobre terreno de origen basáltico, granítico y calcáreo; allí crecen numerosas especies arbóreas y arbustivas, entre los que se encuentran representantes de la flora primitiva y algunas especies endémicas.

El Ayuntamiento nos da la bienvenida revestido de los tradicionales azulejos portugueses. Fue construido en 1906 por Adaes Bermudes sobre la ermita de San Sebastián que fue destruida en el siglo XV.

La Fuente Morisca nos permite un alto en el camino para refrescarnos. No es extraño contemplar cómo, quien bien la conoce, aprovecha para llevarse bidones de agua completos del líquido que brota refrescante. Dos fuentes más llaman la atención del visitante de la villa: la Fonte da Pipa, que aún conserva la traza de 1787, y Fonte Sabuga, de origen medieval y reconstruida en el siglo XVIII.

La característica imagen del Palacio Nacional son las dos chimeneas blancas y cónicas de sus cocinas sobresaliendo del edificio. El palacio tiene el origen de un primitivo pazo de los walis moros. Su traza actual se debe a dos etapas: la primera corresponde al reinado de Joao I y la segunda al de Manuel I.

VISTA PRODIGIOSA

El Palacio Nacional de Pena es otro de los símbolos de Sintra y uno de los máximos ejemplos de la arquitectura romántica portuguesa. Está edificado a casi 500 metros de altitud sobre las ruinas de una antigua capilla. Se cuenta que durante una cacería, el rey Manuel I vio la armada de Vasco de Gama entrar en el Tajo de regreso de su primer viaje a la India. Y en aquél lugar, el rey mandó construir un convento, en reconocimiento por el éxito de la empresa. Y sobre ese convento, tres siglos más tarde, el príncipe consorte Fernando de Saxe Coburgo-Gotha realizó este palacio romántico.

En el palacio están presentes tradiciones artísticas eclécticas desde la Antigüedad al Renacimiento, con influencias de arte oriental, cúpulas y minaretes mudéjares y elementos de decoración manuelina.

Después de su última restauración, se le pintó con los colores originales: amarillo y teja que, junto con la piedra y los azulejos, le confieren un aspecto majestuoso entre la frondosidad de la sierra. Un magnífico retablo renacentista, la sala árabe y el cuarto de la reina son una muestra más de su admirable estilo.

Pero si el Palacio merece admiración, no menos interesantes son los jardines que lo circundan, en los que las veredas llevan los pasos hacia lagos, grutas y fuentes, donde como en el edificio las señales esotéricas aparecen para aquellos que quieran interpretarlas.

Al palacio se puede ascender andando desde la villa, pero el acceso es empinado, aunque el camino facilita pequeños altos para ir contemplando en el recorrido el Convento da Santísima Trindade, el «Monte Sereno», un castillo de la sierra de Sintra, o el local de Sao Pedro de Panaferrin, donde se realizan todos los segundos y cuartos domingos de cada mes la «Feria de San Pedro».

Un autobús, el 434, alcanza la cumbre de la montaña y nos ahorra la caminata: primero al «Castillo dos Mouros» y después al Palacio de Pena y puede dejar para el descenso el recorrido a pie. Si prefiere un paseo más tradicional los coches de caballos recorren la villa al precio de 20 euros.

Desde el centro, las murallas del castillo despuntan entre las montañas. Los árabes construyeron el Castillo en el siglo VIII buscando refugio militar, pero lo cierto es que hoy sólo queda en pie la muralla y algunas piedras que recuerdan lo que fue una iglesia.

Las calles de Sintra tienen esquinas en las que descubrir preciosa y cuidada cerámica, rincones para esconderse, pasajes en los que deleitarse con un Oporto.

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