Siria, la indeseable, principal tema de la cumbre árabe

Siria, la indeseable, principal tema de la cumbre árabe

BAGDAD (AFP) – El futuro del régimen sirio, imprescindible durante décadas en la Liga Árabe antes de ser condenado, será el principal tema de discusión de la cumbre que se celebra esta semana por primera vez desde hace 20 años en Irak.

Rodeados de excepcionales medidas de seguridad tras una serie de atentados que ensangrentaron Bagdad hace una semana, los dirigentes árabes debatirán de los medios para acabar con la violencia en Siria.

Pero probables divergencias pueden impedir la adopción de decisiones firmes.

En ausencia de Siria, la Liga Árabe deberá encontrar un modo de conciliar dos posiciones: la radical de los países del Golfo, en particular Arabia Saudí y Catar, que quieren armar a la oposición siria para echar a Bashar al Asad, y la que privilegia la diplomacia, mientras la violencia se ha cobrado más de 9.100 muertos en un año, según militantes.

«La cuestión de Siria no es fácil. Existe una división a nivel internacional y dentro del mundo árabe», explica el consejero adjunto iraquí para seguridad nacional, Safa Husein.

«No hay que esperar milagros de la cumbre aunque puede que sea posible acercar los puntos de vista», prosigue. Las autoridades iraquíes desean consagrar parte de los debates a las reformas estructurales que podrían hacer más eficaz a la Liga. Pero Siria seguirá siendo el tema principal, sobre todo dado que las iniciativas diplomáticas continúan.

El ex secretario general de la ONU Kofi Annan realiza una misión de mediación y los «Amigos de Siria», entre ellos una parte de los países árabes, deben volver a reunirse el 1 de abril en Estambul. Bagdad no cree en una nueva resolución sobre Siria.

«Tenemos que intentar aplicar las anteriores resoluciones árabes y relanzar el plan de acción y la iniciativa árabes», explicó a la AFP el viceministro iraquí de Asuntos Exteriores, Labid Abawi.

El jefe de la Liga Árabe, Nabil Al Arabi, estimó el domingo que la cumbre no reclamaría la salida de Asad.

Los participantes ratificarán en cambio una situación totalmente nueva después de las revoluciones que provocaron la caída de cuatro «patriarcas» del mundo árabe: el egipcio Hosni Mubarak, el yemení Ali Abdallah Saleh, el tunecino Zine El Abidine Ben Ali y el libio Muammar Gadafi, que totalizaban 110 años en el poder.

La región no había conocido tal conmoción desde los años 1950 y 1960, con los derrocamientos de las monarquías en Egipto, Irak, Yemen y Libia por golpes de Estado militares nacionalistas árabes, que instauraron regímenes dictatoriales.

Esta cumbre posterior a las revoluciones comportará otro aspecto inédito.

Por primera vez desde su creación en 1945, estará presidida por un kurdo, el jefe de Estado iraquí Jalal Talabani.

El Consejo de la Liga Árabe, compuesto por ministros de Relaciones Exteriores, también estará dirigido por un kurdo, Hoshyar Zebari.

La reunión marcará el retorno de Irak, marginada por el mundo árabe en 1990 tras la invasión de Kuwait, y que perdió su soberanía con la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003.

El país recobró su independencia con la salida de las fuerzas estadounidenses a finales de 2011, pero la seguridad sigue siendo frágil en el país y la reconstrucción avanza lentamente.

Para garantizar la seguridad y la comodidad de los responsables árabes, 4.000 policías y soldados suplementarios fueron enviados a la capital y se invirtieron 500 millones de dólares para renovar los principales hoteles y las carreteras entre el aeropuerto y la «zona verde», el sector ultraprotegido donde se celebrará la cumbre.

A pesar de la violencia recurrente, las autoridades iraquíes esperan la presencia de la mitad de los jefes de Estado.

El sudanés Omar el Bechir, sobre quien pesa una orden de detención del Tribunal Penal Internacional por genocidio en Darfur, y el libanés Michel Sleimane, anunciaron su participación.

«El escepticismo sigue estando ahí pero se está acabando porque Irak va a acoger la cumbre árabe en la que participarán todos los países», insistió Abawi.

 

 

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