Sirvieron al Señor desde su juventud

<p>Sirvieron al Señor desde su juventud</p>

POR CLAUDIA HERNÁNDEZ DE ALBA
(1 de Reyes 3:7-9)
 Ahora pues, Jehová Dios mío, tu me has puesto a mi tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no se como entrar ni salir. Y tu siervo esta en medio de tu pueblo al cual tu escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿Quién podrá gobernar este pueblo tan grande? Y agrado delante del Señor que Salomón pidiese esto. Debemos pedir al señor sabiduría y dirección en todas las cosas que Él ponga en nuestras manos, para así nosotros dar el uso correcto a cada una de ellas

“Acuérdate  de tu Creador en los días de tu juventud…”(Ecc. 12:1). Hoy hay lugar para la juventud en el reino de Dios. En las Escrituras encontramos numerosos ejemplos.

María cuidó de su hermano, el infante Moisés, cuando su vida corría peligro (Exo. 2:1-8) Cuando el cruel Faraón mandó ahogar a todo bacón hebreo, ella vigilaba su arquilla con seguridad. Cuando la hija del Faraón encontró el niño, María arregló para que su propia madre fuera la nodriza quien lo criara. Ella amaba a su hermano sin helo ni rivalidad. Ayudaba a su madre.  Y todo el bien que Moisés logró en su vida se debe en parte a ella.

David: Mató a Goliat y salvó a su pueblo cuando en realidad era un “muchacho” (1 Sam. 17:42). Sin embargo, este muchacho tenía fe en Dios. “Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del León y de las garras del oso, él también me librara de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová este contigo” (1 Sam. 17:37). El muchacho tenía una visión muy clara de su deber a Dios y a su pueblo. Cuando otros temblaban de miedo, David sentía en su pecho un corazón valiente y dispuesto. En todo lo que empeñaba, Dios lo honro con victorias. A Goliat dijo: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza: porque de Jehová es la batalla y el os entregara en nuestras manos” (1 Sam. 17:47).

El joven rey Josias llevó su pueblo a un gran retorno espiritual. Heredó el trono cuando tenía ocho años: “A los ocho años de su reinado, siendo aun muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre: y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Acera, esculturas, e imágenes fundidas” (2 Cron. 34:3). Purgo Jerusalén de idolatría y guió a su pueblo para volverse a las Escrituras (2 Cron. 34:14-33). LOS ENSEÑO A ADORAR AL DIOS VERDADERO DE MANERA ACEPTABLE.

El niño Daniel rehusó contaminarse con las prácticas paganas de Babilonia (Dan. 1:8-9). Era rehén de guerra. Se esforzó para cualificar para un trabajo en el palacio real aunque rehusaba violar los preceptos de la ley de Dios. Se quedó con sus convicciones y ganó. No sólo conservó su empleo, superó para ser el primero en su categoría (Dan. 2:48).

Los jóvenes Sadrac, Mesac y Abednego también rehusaron violar sus principios religiosos, aunque el rey arrogante de Babilonia exigió que se arrodillaran delante de un ídolo (Dan. 3:5). Rehusaron so pena de muerte. Creyeron que el Dios a quienes servían podía librarles del horno de fuego y aunque no los librara, tampoco iban a comprometer su fe (3:18). Los salvó Dios de forma espectacular y el arrogante rey tuvo que reconocer el Dios verdadero. Un joven compartió su almuerzo con Jesús) Jn. 6:9-13). Puso sus recursos en manos del Señor y como consecuencia de su generosidad, más de 5,000 hambrientos fueron alimentados. Pudo presenciar uno de los milagros más grandes del Señor, el único milagro que aparece en cada uno de los cuatro evangelios.

Timoteo aprendió las Escrituras y sirvió a Dios desde su juventud (2 Tim. 3:15). Pablo le aconsejó a este obrero joven: “Esto manda y enseña. Ninguna tenga en poco tu juventud, sino se ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti…” (1 Tim. 4:11-14). Este consejo sirve para todos los jóvenes que desean merecer el respeto de sus mayores.

Juan Marcos ayudo a su tío Bernabé y a Saulo en su obra evangelística (Hech. 12:25: 13:5=. Un joven no puede esperar un puesto de liderato hasta que haya madurado por medio de estudios y experiencias. Pero la iglesia debe proveerle la oportunidad de probar su habilidad y responsabilidad. Marcos fue honrado más tarde al ser seleccionado para escribir uno de los cuatro evangelios, con la ayuda de Pedro.

Para terminar sus enseñanzas a los jóvenes, Salomón los aconsejo: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia: y anda en los caminos de tu corazón y en la visita de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgara Dios”; “Acuérdate de tu Creador” (Ecc. 11:9; 12:1). Joven, el tiempo para servir al Señor es ahora.
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