Un “enjambre de microsismos» puede estar afectando a Ciudad de México, según el sismólogo Víctor Manuel Cruz Atienza, tras los numerosos temblores vividos en los últimos días en la capital mexicana y mientras la ciudadanía se pregunta sobre el riesgo real de estos acontecimientos.
En una entrevista con EFE este viernes, el sismólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) afirmó que “es posible” que se puedan dar más eventos de estas características en los próximos días e incluso semanas.
Los habitantes de la megalópolis viven con la preocupación que produce no poder contar con el aviso de las alarmas sísmicas, instaladas por toda la Ciudad de México. Estos movimientos telúricos de baja magnitud que suceden debajo del suelo de la ciudad, algunos de ellos a tan solo un kilómetro de profundidad, no cuentan con la intensidad suficiente para que salten las alarmas.
Cruz Atienza explicó que el microsismo de mayo de este año y los de esta semana se han dado en el sur de la ciudad, donde en 1981 “hubo un enjambre de terremotos».
Y es que estos fenómenos no son nuevos. Hay trabajos publicados en 1971 donde se documentan sismos locales entre 1909 y 1969.
Para Cruz Atienza, las fallas bajo la ciudad se están deslizando “lentamente “en estos momentos. Su hipótesis la sostiene en “evidencias satelitales».
Una de las características de los microsismos que más asustan a los capitalinos es la violencia con la que se manifiestan en un primer instante, lo que explica por la aceleración que producen.
El microsismo registrado en Panteón Dolores el 17 de junio de 2019 tuvo una aceleración máxima 310 gals (981 gals equivale a la aceleración de la gravedad).
Cruz Atienza compara esta cifra con los 34 gals registrados, también en roca firme, de aceleración en la Ciudad de México del devastador terremoto del año 1985. La diferencia entre estos se da por la cercanía del epicentro de los microsismos, justo debajo del suelo.
Para el experto de la UNAM, las aceleraciones muy altas no suponen un gran riesgo “en principio”, pues son “muy breves».
El microsismo de mayo de 2019 y la preocupación que suscitó dieron lugar a dudas sobre si las obras de la línea 12 de metro eran las responsables de los eventos.
Por eso, la entonces jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, “alguien temeroso de los terremotos” según Cruz Atienza, unificó la red sismológica del Valle de México. Hoy en día la capital cuenta con unas 180 estaciones monitorizando la actividad local.
Sin embargo, no se ha podido demostrar la relación entre las obras y los microsismos. A lo largo de los años han existido otras teorías sobre las causa que los propician- un informe de 1991 señalaba una correlación entre el “incremento de lluvias y los microsismos”, recuerda Cruz Atienza.
“Un tema más delicado fue que a partir del microsismo del 2019 hicimos un estudio publicado que postuló un escenario más grande de un sismo con epicentro en la misma ciudad de magnitud 5, unas 800 veces más grande que el de este jueves. Comprobamos cuál sería la aceleración en zona de lago central de la Ciudad de México. Las estimaciones sugieren que ese terremoto hipotético comparado con los del 1985 y 2017, para ninguna altura de los edificios, la aceleración sería mayor que la de aquellos sismos en los sedimentos blandos de la capital”, indicó el sismólogo.
El código de construcción de la Ciudad de México “elaborado tras el desastre de 1985” contempla que los edificios puedan soportar un terremoto de magnitud 4,7 bajo la ciudad, aclara Cruz Atienza, quien añade que “los desarrollos urbanísticos sin control legal de las laderas de la gran urbe mexicana podrían estar en peligro”, en caso de darse un microsismo cercano.
Sobre si se puede dar un sismo con epicentro en la capital mayor a magnitud 5, el científico concluye que es difícil pero “no imposible».