Situación preocupante de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte

Situación preocupante de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte

MARIANNE DE TOLENTINO
Acaba de celebrarse en París la sesión semestral del Consejo de Administración de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), integrado por críticos de arte con altas funciones ejecutivas.

Esa reunión, anteriormente limitada a una jornada de trabajo, se ha hecho más convivencial, permitiendo durante dos días intercambios entre hermanos de profesión. Este año, el cónclave se desplazó a varios centros culturales de París y finalizó de modo informal, para asuntos internos de las secciones, en el nuevo local de la AICA. 

La agenda, generalmente similar de una reunión a otra, incluyó, entre otros temas de importancia, reportes del presidente, secretario general y tesorero así como de comisiones ad hoc, situación ante la Unesco, planificación de congresos, proyectos específicos y actividades nacionales. Como a menudo sucede, no hubo tiempo para turnos libres.

De todos modos, no se trataron tantos asuntos como en otras oportunidades, ya que el Congreso Anual de la AICA se había celebrado muy tarde, a finales de 2004, en Taiwán, haciendo un examen amplio de los problemas generales y particulares. Por razones obvias, no pudo asistir ningún crítico de arte dominicano. Cabe señalar que Asia está dando un ejemplo en actitudes y aportes de sus secciones de críticos, y que pronto habría una asociación china… lo que provoca grandes expectativas, correspondiendo a la explosión del arte contemporáneo.

La concurrencia fue excepcionalmente numerosa, y, en lo que concierne al Caribe y América Latina, hubo una buena asistencia de representantes –también algo excepcional- . El “retorno” de Bélgica Rodríguez, ex presidenta de la AICA, hoy presidenta de la asociación venezolana y gran amiga de República Dominicana, fue acogido con especial beneplácito. Bélgica, lo recordamos todos, se integró en Santo Domingo a concursos, Bienal del Caribe, programas del Museo de Arte Moderno –durante la dirección de Porfirio Herrera– y es experta conocedora del arte dominicano, caribeño y centroamericano. Está decidida a llevar adelante el papel de América Latina y el Caribe en la AICA.

SITUACIÓN DE LA ASOCIACIÓN DOMINICANA

En la Asociación Internacional de Críticos de Arte se manifiesta una real preocupación, respecto a la Asociación Dominicana y a su falta de respuesta en distintos aspectos fundamentales. Un comportamiento que contrasta con las prácticas anteriores, por ejemplo la suspensión (¿?) de los premios de la crítica. En esta oportunidad, recordamos al desaparecido Silvano Lora, artista magistral y crítico fundador de la ADCA. Con él presente, tal vez no existiría el impase actual: ¡ese abanderado de las organizaciones y su eficiencia hubiera hecho oír su voz tronante!

Cada asociación nacional tiene obligaciones estatutarias con la AICA, para tener el derecho de aprovechar su membresía, que ciertamente goza de un  elevado prestigio. Sin ese reconocimiento y adhesión, una sociedad de críticos, aun a escala nacional, no pasa de ser local, sino marginal. Es un hecho tanto a nivel colectivo como para cada crítico de arte, cuya admisión como miembro de AICA equivale a un avance apreciado en su itinerario profesional.

La AICA ha revisado sus estatutos, y su misma supervivencia –que depende de sus ingresos propios, luego del abandono financiero de la Unesco–, requiere que las secciones nacionales cumplan con la cotización anual. Si durante dos años consecutivos una asociación no entrega la contribución de los miembros afiliados, a pesar de solicitudes reiteradas de la oficina central, se le excluye de la AICA, o al menos se suspende.su membresía.

Por otra parte, se solicita a los presidentes de asociaciones, un reporte de las actividades desarrolladas durante el año anterior. De lo contrario, se supone lógicamente que la asociación ha estado inactiva. Además, desde hace años, se ha consultado a las asociaciones nacionales acerca de la revisión de los estatutos de la AICA y sus reglamentos.. Los presidentes tenían el encargo de hacer propuestas a la Secretaría General  en París, después –al menos se supone- de consultas y reuniones nacionales de Comité ejecutivo y Asamblea de miembros. Las asociaciones, que no lo hicieron a través de sus presidentes respectivos, sobrentendieron que a la AICA no le interesa o no le concierne –pese a la afiliación internacional-. Fue la interpretación que se dió al silencio “inquebrantable”.

Ahora bien, todos esos requisitos –totalmente legítimos- se transmiten a los presidentes de secciones, mediante cartas reiteradas –hoy además por e-mail. Y nadie puede abogar por la ineficiencia de la oficina central en ese sentido y alegar que no ha sido advertido. Desde que Henry Meyric-Hughes asumió la presidencia de la AICA, hay mayor dinamismo y rigor a la vez. Obviamente las secciones nacionales actúan hoy con una convicción crecida y realizan más proyectos que antes. Nuevas asociaciones locales están en proceso de creación. Esa renovación –que necesitaba la AICA- va a la par con normas a respetar.

Lamentablemente, la Asociación Dominicana de Críticos de Arte ha seguido un camino inverso. En principio, por no haber pagado la cuota anual, no haber participado en la reforma de los estatutos, no haber reportado actividades ni tampoco entregado los premios de la crítica, nuestra asociación ya no figura en la AICA.

Una primera pregunta surge: ¿Que pasará con los muy pocos miembros dominicanos, que pagaron a título individual, sus cuotas? Seguirán formando parte de la AICA, pero en la “Sección libre”, otrora refugio de los que no querían o no podían ingresar a sus respectivas secciones nacionales. ¡Algo muy poco agradable, aunque sea lo mismo!

Surge una segunda inquietud: ¿será esta situación irreversible? Nos aseguraron que no, si se verificaba y se depuraba la lista de nuestra membresía. Resulta difícilmente creíble que la  República Dominicana tenga más de 30 críticos de arte en ejercicio. Luego, se debe reactivar el pago de la cuota. Los sellos de 2003 y 2004 aparentemente se perdieron y ciertamente no se entregaron a sus destinatarios, por tanto se ha suspendido el suministro de las viñetas para el 2005.

No nos interesa poner en evidencia quién es responsable de este descalabro, sino anhelar que se remedie una situación deplorable e indigna del nivel de nuestra crítica de arte. Felizmente, por los medios institucionales y electorales, la suerte de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte puede cambiar.

Estar fuera de la Asociación Internacional de Críticos de Arte por razones “inimaginables”, no contribuye a la proyección internacional de los valores artísticos dominicanos. 

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