MANILA, Filipinas. Es una escena que se repite incontablemente durante la primera visita del papa Francisco a Filipinas, desde las aceras que trazan el recorrido de su caravana hasta la sagrada catedral de Manila: brazos estirados al mismo tiempo, sosteniendo smartphones y tabletas para capturar el momento.
En la catedral de la histórica ciudad amurallada de Manila, esto dio a una escena tradicional un toque del siglo XXI. Francisco y su procesión caminaron hacia el altar entre un mar de obispos, sacerdotes, monjas y religiosos vestidos de blanco, muchos sosteniendo sus teléfonos y tabletas.
En las calles, después de que la caravana pasaba en un santiamén, todos revisaban sus dispositivos para ver si habían capturado al papa, comparando imágenes y videos entre sí. Sólo hubo una falla. En esta época donde todo se comparte al instante en redes sociales, el servicio telefónico fue bloqueado por razones de seguridad.