Al ver la nueva versión con actores de “Aladdin“ queda bastante claro que las dudas en torno a la selección de Will Smith para el papel del Genio eran exageradas. El que debió despertar dudas es el tipo detrás de la cámara… y de paso meterse en una lámpara por siempre.
Guy Ritchie, amante de los mafiosos rudos y la acción violenta, fue siempre una opción extraña para dirigir un gran musical romántico de Disney y aquí demuestra, definitivamente, que era la persona equivocada. “Aladdin», en sus manos, se parece más a “La momia“ que a “Frozen“. Incluye una escena de tortura y tomas de acción en cámara lenta sin sentido. Al principio, Smith era la gran interrogante.
¿Cómo iba un actor real a reproducir el espíritu frenético de un genio metamorfo al que Robin Williams prestó su voz tan maravillosamente en la cinta animada? Smith actúa con dificultad al principio, quizás antes de escuchar el consejo de su propio personaje: sé tú mismo.
Ritchie, que dirigió la cinta y coescribió el guion con John August, básicamente tomó la estructura de la película de 1992, le agregó elementos del musical de Broadway y le dio algunos giros buenos, como agregar una segunda historia de amor y actualizar a la princesa Jasmine, quien pasa de testigo bonita a participante feroz.