Soberanas arritmias históricas

Soberanas arritmias históricas

Juan Bosch acusaba que vivíamos dentro de una arritmia histórica, en alusión a comportamientos contrarios a lo sucedido en el resto del mundo y/o a las enseñanzas de la historia.

El soberano endeudamiento incurrido por el Gobierno y el divorcio entre percepción y realidad ante las pretensiones de potencias extranjeras en el manejo de temas como el haitiano y nuestros procesos electorales; constituyen ejemplo de ello.

Seguimos endeudándonos mientras cada día menos gobiernos quieren bonos, hasta el punto que inversionistas se mueven tras de ellos.

Mientras el mundo sigue estremecido por el predominio financiero provocador de la peor crisis en los últimos años.

Mientras países individuales como Grecia entran en crisis por el excesivo endeudamiento hasta ahondar fisuras entre los componentes de la Europa comunitaria.

Mientras Alemania y Francia se preocupan por la especulación en torno a las deudas y los seguros que  requieren, mientras en Estados Unidos se confrontan  Gobierno y financistas.

Mientras nuestro Presidente se convierte en apóstol internacional contra la  especulación en torno a papeles financieros, su Gobierno propone bonos por US$1,000 millones   que elevarían la deuda pública a US$19,216 millones.

Mientras los intereses descienden nacional e internacionalmente, los bonos emitidos por el Estado se elevan al 12 por ciento y el 14 por ciento, superior al que la banca comercial presta para adquisición de vehículos.

En resumen, mientras el mundo asume prudencia  el endeudamiento, nos endeudamos desenfrenadamente.

La arritmia se observa en otros temas. En la  docilidad y permisividad que estamos mostrando ante pretensiones de potencias para asumir la solución del problema haitiano, sin hacerle ver que la historia enseña que esa solución terminará exportando a territorio dominicano la depredación  haitiana; que, en lugar de solucionar el problema haitiano, culminaría creando otro problema similar, el dominicano.

Y en la percepción sobre nuestro proceso electoral.

El embajador norteamericano designado para República Dominicana acaba de declarar ante el comité del Congreso que ratifica su designación, sus intenciones de “acercarse a los partidos políticos para felicitarlos por el progreso realizado para consolidar los ideales democráticos …así como los avances realizados en las últimas dos décadas…”.

Como esta declaración se produce en medio de un proceso electoral matizado por clientelismo y transfuguismo, reforzado por recientes informes del Gobierno norteamericano sobre corrupción “endémica” y derechos humanos, cualquiera pudiera preguntarse a qué progreso y avances se refiere el próximo emisario demócrata al país.

Con razón el Presidente Balaguer, con el eclecticismo que le caracterizaba, manifestaba sus simpatías demócratas-norteamericanas, pero reconocía  que las administraciones republicanas habían sido más beneficiosas al país, en alusión a las intervenciones militaras sufridas el pasado siglo.

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