Sobra mostaza

Sobra mostaza

MADRID (EFE).- La mostaza ya era un condimento conocido y apreciado siglos antes de inventarse los ‘hot dogs’ y las hamburguesas, que son los actuales ‘soportes’ de esa especia. La verdad es que la mostaza ya era utilizada y valorada por egipcios, griegos y romanos, y hasta sale en la Biblia.

Recordemos que la palabra francesa ‘moutarde’ (mostaza) deriva del latín ‘mustum ardens’, mosto ardiente; la mostaza de mesa se elaboraba, como aún se hace hoy en Dijon, cuna de la mejor mostaza del mundo según los expertos, disolviendo las semillas de la mostaza blanca (Sinapis alba) o negra (Sinapis nigra) en mosto de uva verde, el llamado ‘agraz’.

La mostaza, bien usada, es capaz de realzar el sabor de un montón de alimentos, especialmente cárnicos; un roastbeef frío, acompañado de una batería de mostazas, es una delicia, sobre todo si lo acompañamos con una buena ‘stout’, una cerveza negra irlandesa.

Hay muchos tipos de mostazas comerciales. La más famosa es la ya citada de Dijon, pero no le van a la zaga las de Meaux o Reims. Me gustan las presentadas ‘á l’ancienne’, es decir, con los granos de mostaza bien visibles y notorios. La mostaza inglesa suele venir en polco, que se diluye en agua: pica bastante. Y luego hay esa cosa amarilla que los chavales ponen a los ‘hot dogs’ y las hamburguesas.

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