Sobran dirigentes, faltan líderes

Sobran dirigentes, faltan líderes

Millizen Uribe

El liderazgo implica influencia, dirección y ciertos niveles de autoridad y, aunque hay varios modelos, en los más acertados, los líderes comparten valores, creencias y actitudes que confluyen en el servicio a la mejora y transformación de la sociedad. Sus vidas se caracterizan por momentos claves donde sus conciencias maduran y sus procesos de asunción de liderazgos adquieren impulso. Así sucedió con el patricio dominicano Juan Pablo Duarte, en quien el momento de sus estudios en Estados Unidos y Europa fue clave para la concepción de su visión política, al tiempo que revela la apropiación del conocimiento y del saber, no para dominar al otro, sino para liberarlo.

Una vez definida su visión, para nada egoísta, de lograr la Independencia Nacional, Duarte, con apenas 25 años de edad, fundó La Trinitaria y su liderazgo comienza a asentarse, ya no solo a base del conocimiento y la capacidad, sino en el marco de preparación, estrategia y lucha.

En el camino hacia su objetivo, Duarte dio muestras de un liderazgo fomentado en valores. Vigor moral, alto sentido de libertad y justicia, convicciones democráticas firmes lo definen como un líder capaz de dirigir e influir en el proceso de liberación sin autoritarismo, personalismo o protagonismo.

Contrario a lo que se ha vendido, Duarte posee un liderazgo completo al combinar la teoría, la práctica, lo táctico, lo estratégico y lo militar. Todo esto lo hace con entrega y sacrificio, llegando incluso a sacrificar vida y bienes, sin afán de acumular poder o riquezas materiales.

El dirigente, al igual que el líder, tiene poder, influencia y autoridad, pero la diferencia radica en que muchas veces estos no emanan de la legitimidad sino de la legalidad. Son producto de pactos y, en ocasiones, hasta de artimañas, cimentados en legalidades estatutarias y procesos formales de designaciones.

Los líderes como Duarte asumen causas colectivas de bien común, los dirigentes se agrupan en función de sus propósitos personales, carecen de valores y son más bien relativistas, pragmáticos, egocentristas y altamente mediáticos. Buscan poder, estatus, riquezas.

Hoy en la república que Duarte soñó, y que falta concretar, faltan líderes y sobran dirigentes. También hace falta reencauzar referentes. En Duarte los dominicanos tenemos un modelo perfecto para concretar el proyecto de nación fundamentado en la dignidad del ser, las garantías de derecho y un modelo de desarrollo incluyente. Pero históricamente ha sido Pedro Santana, su antítesis, el modelo, y en la actualidad los pseudoprogresistas siguen y emulan a Balaguer antes que a Bosch.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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