Sobre adquisición de cédulas falsas

Sobre adquisición de cédulas falsas

por Miguel A. Roedán Hernández
Tratamos siempre en este esfuerzo de escribir para la prensa ya que no es mi fuerte, de buscar temas como lo venimos haciendo de actualidad y que puedan interesar a mayorías. Cuando se me nombró pasadas las elecciones del 94 abogado ante la Junta Municipal de Monte Plata, en donde resido, para defender los intereses en cuanto al resultado de las elecciones, de mi partido de la época, el Reformista Social Cristiano, una de nuestras inquietudes, entre otras, era encontrar dentro de los votantes si nacionales haitianos habían ejercido el voto. Encontramos que unos cuantos lo hicieron. Los detectamos por sus apellidos. Peor ¿y los que votaron con nombres y apellidos de los que existen en la República? Eso fue imposible.

Aunque fallaron en contra de nosotros, la apelación a la Junta Central no se hizo esperar y allí probamos con actas de nacimientos que se emitían con unos formularios que tenían los diferentes alcaldes pedáneos, avalados por las comadronas del sitio los facultaba para con esos documentos sacar sus cédulas. Probamos también que esos alcaldes pedáneos instrumentaban hasta “defunciones”, imagínese usted, cosa ésta tan delicada y que sólo compete a los oficiales del Estado Civil.

 Después fuimos nombrados por el doctor Balaguer, por decreto, supervisor de Migración, adscrito al departamento de investigaciones del organismo central con asiento en el municipio de Monte Plata. Desde esa posición pudimos investigar mejor en los archivos de la Oficialía lo que habíamos descubierto. Fue entonces que nos dimos cuenta de la gran cantidad de actas de nacimiento que se le otorgaron a los nacionales haitianos producto de las declaraciones tardías, llegando en una ocasión al colmo de que solamente un solo haitiano de apellido Wilson había declarado catorce hijos con diferentes mujeres.
Lo más irracional era que los padres eran de nombres y apellidos de esa nación y al hijo lo declaraban con nombre y apellido de los que abundan en Dominicana, y a veces con nombres y apellidos de América del Norte, o sea, norteamericanos. Por lo que inmediatamente enviamos oficios tanto al Juzgado de Primera Instancia de este Distrito Judicial así como a las cuatro Oficialías Civiles, Yamasá, Sabana Grande de Boyá, Bayaguana y Monte Plata; otro a la Gobernación y a la Junta Central Electoral y naturalmente a nuestro jefe inmediato en Migración. (Estos oficios reposan en nuestros archivos). Estamos hablando de principios del año de 1997. La respuesta a este trabajo fue la cancelación y entrega de nuestro archivo, en donde teníamos el control absoluto de los nacionales haitianos de esta región, que eran miles por los trabajos en el corte de la caña, que en esta región eran inmensas extensiones de ese cultivo.

 En ese archivo había fotos de lado y de frente, y además datos del lugar donde trabajaban, y donde se obligaban a pernoctar en el sitio y si pretendían ir a otro sitio tenían que tener un permiso de la oficina. Es decir, existía un verdadero control. Todo se fue a pique al entregar mi patriótica oficina. Éramos en ese entonces el único abogado supervisor de Migración. Por eso lo del decreto…Balaguer, siempre sabio…De todo esto, y entrando en materia, las causas de cedulación de los haitianos se deben a las miles y miles de declaraciones tardías, que creo se siguen haciendo y lo que es más grave aún, de que se declaran personas ya declaradas con el único interés de aparecer como hijos, padres, esposos de personas en el extranjero, para que sean reclamados. ¿De que país? Ahí nos detenemos. Es en los Juzgados de Primera Instancia de todos los Distritos Judiciales del país donde, buscando esas sentencias administrativas de Declaraciones Tardías, encontraremos la fuente de miles y miles de cédulas falsas, no en otro sitio. No perdamos tiempo, esta cuestión es peligrosa para nuestra patria amada.

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