Algunos estudios muestran que la gratitud nos beneficia a niveles físicos y psicológicos. Hay mucha belleza a nuestro alrededor, que debemos empezar a valorar. El Salmo 107 nos dice: “Alabad a Dios, porque Él es bueno! Porque para siempre es su amor entrañable”.
Ser agradecido significa entender que, si somos sus hijos, Él nunca cede el control de nuestras vidas. La gratitud a Dios es la actitud correcta del corazón humano, perdonado, redimido, reconciliado y direccionado hacia la eternidad.
Lucas 7:36-50 narra el episodio en que una mujer pecadora, se postra al Señor, con un corazón lleno de agradecimiento, que la condujo a bañar Sus pies, con sus lágrimas, a secarlos con su cabello y a derramar sobre ellos, el más caro de los perfumes. ¡Esto es reconocer que cada respiro es porque Dios nos lo permite!
Procuremos una vida más excelente, renunciando a las quejas y a la inconformidad. Enfoquémonos en el lado positivo, de cada suceso. Como Pablo, aprendamos a contentarnos, cual sea la situación, colocando la vista en el propósito y no en el despropósito.