Efectivamente, el gran corso, que estremeció la historia de Europa, advertía que el mundo cambiaría cuando despertase el coloso chino. China despertó hace ya un tiempo y ha emprendido un viaje sostenido hacia la cima del mundo a pasos agigantados. Haciendo gala de la proverbial paciencia asiática mira hacia adelante y hacia arriba sin quemar etapas sabiendo esperar su momento. Un alto funcionario de la Cancillería china decía unos días atrás que no era que “China haya querido adelantarse corriendo, sino que los que estaban delante han dado un paso atrás y le han dejado el puesto a China” y confesaba que “si se requiere que China adopte ese papel de liderazgo, China asumirá sus responsabilidades”. Ciertamente, llevaba más de 3 mil años forjando este momento de seguirse constituyendo en un eje vital de la economía mundial. Es un proyecto histórico de país.
Frente al auge indetenible chino, el presidente Obama había promovido un pacto comercial que comprendía a una buena parte de las economías de la región, conocido como TPP, en el que participaba Estados Unidos y se excluía a China. Washington anunció ahora el retiro del TPP dejándole el espacio a China provocando que países como Australia, un aliado estadounidense, declare que Beijing sería bienvenida en el TPP – Acuerdo de Comercio Transpacífico – devenido, paradójicamente, en vez de exclusión, en un camino expedito de consolidación china en la región. Ya eran abrumadoras las pruebas del creciente liderazgo planetario chino. China ha creado su propio banco “mundial”, el Asian Infrastructure Investment Bank – AIIB – al que ya varias naciones de Europa solicitaron membresía, para cuyos fondos China garantizó la mayor parte de los 50 mil millones de dólares del capital con el que comenzará a financiar obras de infraestructura en Asia. Va a competir con ventajas con el Banco Mundial. La inversión directa china en el exterior frisa los 138 mil millones de dólares, desde los apenas 2 mil millones que representaba en el 2003, y sigue creciendo.
El desafío chino en Latinoamérica y el Caribe es impetuoso. En 2016 otorgó financiamiento por más de 21 mil millones de dólares superando los créditos conjuntos concedidos por el Banco Mundial y el BID, de ellos, el 72% fue para Brasil. Solo a este país, en un año de severa crisis, le aprobó préstamos por más de 15 mil millones convirtiendo al gigante sudamericano, socio en el BRICS, en segundo destinatario de fondos chinos después de Venezuela en la región. Los sectores receptores preferentes son el de la energía y desarrollo de infraestructuras. Así, Brasil ha recibido 36 800 millones y Venezuela 62 200 – país que más créditos chinos ha recibido en todo el mundo. Varias naciones de América Latina y el Caribe tienen desde hace varios años a China como primer socio económico comercial.
En mayo China celebrará una Cumbre de gran relevancia con las naciones interesadas en participar en la “Nueva Ruta de la Seda”. Posiblemente muchos se asombrarán cuando les explique esto en mi próximo artículo.