Los peledeístas podrán decir lo que quieran, incluso negar lo evidente, lo que está delante de los ojos de todo el mundo, pero no podrán evitar que se les considere en gran parte responsables de los resultados  del mas reciente informe del Foro Económico Mundial sobre Ética y Corrupción, elaborado a partir de una encuesta a 15 mil líderes de negocios de 141 naciones,  que coloca a la República Dominicana como el octavo país mas corrupto del mundo y quinto entre las naciones de América Latina. ¿O acaso no han gobernado el país, con “todos los poderes”,  16 de los últimos 20 años? Figuras tan connotadas  como Reinaldo Pared Pérez,   secretario  general del PLD, han reconocido que la corrupción ha estado presente en los gobiernos peledeístas,  y hace tan solo unos días otro dirigente  histórico de ese partido, Temístocles Montás, alborotó el avispero al señalar que en ese partido  “el dinero lo ha corrompido todo”. ¿Por qué no reconocer entonces que el de corruptos es un sambenito con el que   tendrán que cargar siempre sus gobiernos? Por desgracia, los dominicanos tendremos también que resignarnos a figurar, en un lugar destacado, en los  informes del Foro Económico Mundial, pues a pesar de toda la alharaca y el permanente cantaleteo del gobierno  sobre transparencia y los “avances institucionales” para  su control  y prevención,  no hay un solo político  preso por corrupción, que es lo que realmente importa. Y por el camino que transita nuestra justicia,   todo indica que no hay esperanzas de que los desfalcadores del Estado sufran las consecuencias de sus acciones, aunque solo fuera una sanción moral. Pero ni siquiera eso, pues  es tanta la tolerancia social hacia la corrupción que terminaremos profesándole admiración a  sus más conspicuos representantes, convirtiéndolos en modelos a imitar, y si nos descuidamos, hasta honrándolos con estatuas que nos recuerden el poder y la gloria que proporciona el dinero. Aunque lo corrompa todo.